Bakuchiku
Actualmente (Espada y Escudo, Escarlata y Púrpura y de ahí, presupongo que en adelante, pues seguirán con la misma línea) la fórmula y nada más.
Yo he sido desde que era pequeño muy de tamagotchis. Me encanta todo lo que tiene que ver con criaturas inventadas que pueden transformarse en otras criaturas inventadas. Como Pokémon es, en esencia, esto, por mucho que pierda calidad en todo lo demás, como mínimo, cada nueva entrega me está dando nuevos Pokémon, con nuevas formas, tipos, habilidades, estadísticas, etcétera.
Para mí el mero hecho de reunirme una semana antes en foros como Smogon y empezar a mirar las filtraciones confirmadas, teorizar sobre el impacto que va a tener un Pokémon nuevo, si será viable o no competitivamente, todo eso, ya es extremadamente adictivo. Luego, el hecho de jugar con esos Pokémon en la historia, transformarlos, capturar a los demás, etcétera, también me resulta entretenido.
He dicho hasta ahí al principio porque más allá de esta fórmula que es inseparable de Pokémon, antes había dos pilares enormes por los que jugaba que ya no están. Uno es la crianza. Sigue estando pero es totalmente anecdótica. Aunque he jugado Pokémon competitivamente durante muchísimos años y hecho guías sobre el tema desde que tenía 13 ó 14, mi principal fijación ha sido siempre el apartado de la crianza (a lo que he dedicado todavía más tiempo y más guías si cabe). El segundo son los recintos tipo Torre Batalla, que es lo mínimo que exijo, en los que invierto, también, cientos de horas. Desaparecidos. Y el tercero, aunque he dicho que son dos, viene a ser la campaña como tal. A mí me gusta la historia de los Pokémon clásicos, la verdad, pero estos últimos es soltarte en un mundo abierto para que vayas de pozo en pozo, sin ningún tipo de identidad en las ciudades ni las rutas ni las cuevas ni nada.
También he dedicado mucho tiempo al shiny hunt tanto full odds en los clásicos como en generaciones alg más modernas (y todavía más con rng manipulation en gen 3, 4 y 5), pero es algo que también se han encargado de que pierda todo su valor.