10 de julio de 2021. Bogotá. El patrullero de la Policía Nacional Colombiana, Cristian H., posa orgulloso con su uniforme junto a la bandera de su país, acompañado de la frase: «Es un honor ser policía». Cuatro años después, el domingo 13 de julio de 2025, su historia vital parece haber dado un giro de 180 grados cuando Cristian -golpeado, magullado y engrilletado- es detenido en la avenida del Monasterio de Silos (Madrid) tras ser pillado in fraganti violando a dos niñas de ocho y cuatro años en las zonas comunes de una urbanización.
Cristian, de 27 años, trabajaba los fines de semana como repartidor en Madrid y aprovechó su trabajo para presuntamente agredir a las dos menores. Antes de trasladarse a España, fue patrullero de la Policía Nacional en Colombia desde 2017 hasta marzo de 2023. «Abandonó la policía por la actitud de sus altos mandos», cuentan a GRAN MADRID fuentes familiares del detenido. «La policía en Colombia suele estar fuertemente involucrada en temas ilegales y él no quiso ser partícipe de muchas de esas cosas y decidió renunciar», añaden.
Meses después de abandonar el uniforme, Cristian emigró a Madrid en junio de 2023, donde «soñaba con venir», según cuentan sus familiares, que se manifiestan «anonadados con la noticia» porque Cristian siempre ha sido un chico con buenos modales y nunca le vieron comportamientos extraños con niños.
Aficionado a la música reguetón, con un tatuaje del dios egipcio Anubis en el antebrazo izquierdo y una fijación por posar con coches y relojes caros y publicar mensajes de superación en redes sociales, la de Cristian parecía una vida normal de un joven de 27 años que trabajaba como repartidor, en turno de fin de semana, de paquetes para una gran multinacional dedicada al comercio online. Su área de trabajo eran las urbanizaciones de las zonas de Las Tablas y Montecarmelo, donde los conserjes cuentan a este periódico que el detenido trataba diferente a hombres y mujeres: «Con ellos se hacía el colega, con las chicas era hostil», aseguran.
Además, durante su trajín llevando paquetes de un portal a otro de las urbanizaciones, algunos trabajadores detectaron que Cristian tenía comportamientos sospechosos: «Se pasaba un buen rato pegado a la piscina y se quedaba mirando; tanto, que tuvimos que llamarle la atención», recuerda una trabajadora de una comunidad de vecinos cercana.
El pasado domingo, los hechos se produjeron alrededor de las 14.30 horas en la avenida Santuario de Valverde, en el distrito de Fuencarral. Cristian, con su furgoneta de repartidor, accedió a una urbanización privada donde vio a dos niñas de ocho y cuatro años jugando en los soportales. Entonces, según la reconstrucción del atestado, las invitó al portal y les ofreció caramelos para ganarse su confianza.
A continuación, Cristian comenzó a plantearles preguntas de contenido sexual, les pidió que se bajaran los pantalones y las agredió sexualmente, con penetración a la de cuatro años y con tocamientos a la de ocho.
La violación fue interrumpida por la madre de una de las menores, que, al percatarse de la ausencia de las niñas -que debían estar en la piscina- las encontró junto al agresor, al que sorprendió in fraganti.
Los gritos de auxilio de la madre alertaron a los vecinos, quienes golpearon e intentaron reducir al hombre, pero este logró zafarse y emprendió la huida a pie, perseguido de cerca por dos hombres que andaban descalzos y en bañador tras él tratando de «lincharle», según cuentan testigos presenciales.
La persecución fue presenciada por un policía nacional fuera de servicio que se sumó a la carrera, cuando uno de los perseguidores logró darle alcance en la avenida del Monasterio de Silos. Allí fue oficialmente detenido por agentes del GAC y el GOR, que lo trasladaron a las dependencias de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) -en el distrito de Hortaleza-, donde permaneció casi tres días detenido hasta que ayer por la tarde la juez decretó su ingreso en prisión provisional. Está investigado por agresión sexual a dos menores. Las niñas fueron asistidas de urgencia y derivadas al hospital junto a sus padres, que precisaron de atención psicológica in situ al encontrarse en shock.
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