Nunca entendí como pudo colar que una pulsera de silicona como las que a veces regala el periódico deportivo con la consigna del equipo podía "equilibrar las energías del cuerpo" (que pollas es eso?), costar una pasta y facturar lo que facturó.
Un poco como aquella chorrada del ziritione en los Volkswagen o todo el auge que tuvo el reiki hace no tanto.
Supongo que tarde o temprano un grupo de gente necesita sentirse especial formando parte de un grupo especial y selecto de supuestos beneficiados místicos y ascendidos sobre la aborregada masa.