Yo lo jugué como toca. Baldur’s Gate en 1998, comprado en la tienda tras probarlo en casa de un amigo y alucinar, y Baldur’s Gate 2 en el 2000, tras comprar la edición coleccionista.
Una puta maravilla, ya no por todo lo que supone como RPG, sino por el mimo gráfico y en cada detalle para la época. Los juegos eran tremendamente bonitos gracias al motor Infinity de Bioware, donde los Fallout, Arcanum, etc… eran feos de cojones.