Te voy a contar una de nuestras tradiciones carnavalescas.
Ha mucho tiempo, en un carnaval, unos niños de mierda, de buena mañana, se dedicaron a tocar los cojones a un conocido vecino cascarrabias mientras dormia. Tipicas bromas de puerta supongo. El vecino en cuestión, lleno de rabia, agarró un latigo y, vestido con un pijama de perlé, saltó de la cama dispuesto a aleccionar a los esbirros de Lucifer.
Lejos de achantarse, los putos críos se llenaron de regocijo y jacaranda, así que lo convirtieron en una tradición. Cada carnaval los niños jodían y el vecino salía con el zurriago y el pijama.
Esto caló tanto en el pueblo que, ya muerto el gruñón, un vecino voluntario se viste con un pijama a rayas y, provisto de un látigo, cada año persigue a los chavales para su regocijo y jacaranda. Lo llamamos El Perlé.

La tradiciónes tan fuerte que se convirtió en un símbolo del pueblo, hasta el punto de que el ayuntamiento entrega premios con la figura del Perlé, y tenemos una preciosa estatua en su honor en la entrada al pueblo
