Todo se simplifica cuando estás jugando a algo, lo terminas, y sólo entonces piensas. ¿Qué me apetece jugar ahora? Y compras. Puede ser algo que saliese ayer, hace dos meses o hace diez años. O mirar la estantería, física o digital, y querer volver a algún sitio.
Tú lo describes como estar hipotecado. En tiempo y dinero.