Jesús Gil, uno de los mayores personajes (o el mayor) que ha dado nuestro fútbol. Divertido, extravagante y, probablemente, corrupto hasta la médula. Se cargaba entrenadores con una facilidad pasmosa.
Recuerdo aquellos tiempos con nostalgia, cuando todo era menos serio y los protagonistas eran más accesibles para los medios de comunicación, y por lo tanto, para los aficionados.