En un entorno tan poblado como es el de los roguelite cuesta mucho prestar a cada juego la atención que se merece, y Voidigo es una joyita que merece mucha atención.
Realmente Voidigo no hace nada revolucionario dentro de su género: como en todos los rogue, al perder volveremos al punto de partida y desbloquearemos nuevos personajes o armas a medida que vayamos visitando el campamento, pero poco tardaremos en darnos cuenta de que no tenemos mucha manga ancha para mejorarnos, entonces ¿cómo consigue el juego mantener el interés a medida que vayamos haciendo intentos? Es sencillo: Voidigo es muy divertido y satisfactorio de jugar; nuestro personaje es simple en cuanto a acciones pero dominarlo y explotar las mecánicas es lo que lo vuelve viciante.

Como digo, es sencillo, solo podemos movernos, disparar y hacer un salto que cuenta con fotogramas de inmortalidad así que nos servirá para esquivar ataques enemigos de todo tipo, pero también puede usarse para darle la vuelta a la tortilla y al pisarle la cabeza al enemigo mientras salimos despedidos en otro salto, el cual podremos utilizar para hacer lo propio con más enemigos y elementos del escenario, dando lugar a combos y, si tenemos las mejoras necesarias, explosiones, daño masivo y efectos de todo tipo.

Armado hasta los dientes
Pero el auténtico protagonista de Voidigo es su armamento, que cuenta con 2 tipos de armas: melee, que nos permiten golpear, defendernos y devolver proyectiles a los enemigos; y armas a distancia, con las que podremos atacar desde una posición más segura y podrán seguir siendo usables en distancia corta aun sin munición. Aunque realmente no es tan sencillo como clasificarlas en 2 clases, pues hay armas mixtas y locuras de todo tipo: hachas que hablan y que se quejan cuando atacas, plátanos que disparan otros plátanos explosivos, patos diabólicos, ajolotes que disparan burbujitas, esqueletos con trompeta, espadas con metralletas y gafas de sol y en general, una variedad enorme de armas, todas divertidas de usar y la gran mayoría de ellas muy coloridas conceptualmente, aunque tal vez dentro de esta variedad molesta ver que algunas armas son claramente inferiores a otras y lo que se supone que es un arma poderosa, en realidad es un estorbo. Es posiblemente el factor más destacado de Voidigo, en una veintena de horas todavía no habremos visto todas las armas ni habremos dejado de sorprendernos por su originalidad.
Tanto las armas como los combos de salto se pueden mejorar y alterar de muchísimas formas con items aleatorios que encontraremos por los mundos, tanto en tiendas como en salas de desafío que pondrán a prueba las capacidades del jugador poniéndoles obstáculos concretos, los cuales es mejor no fallar pues el castigo es enorme, aunque siempre picará conseguir las jugosas recompensas. Cabe destacar que a pesar de que el sistema de mejoras es sólido, no nos permitirá transformar tanto nuestras builds o crear sinergias tan interesantes como otros juegos del estilo.

El mundo y sus habitantes
Como es habitual en el género, recorreremos varios mundos antes de llegar al boss final. Por ahora Voidigo solo cuenta con 4 niveles, variados temáticamente y con enemigos y elementos de escenario distintos entre ellos, pero tras muchas horas saben a poco y pueden volverse repetitivos. Afortunadamente, podremos ampliarlos y añadirles algunas ambientaciones y bosses nuevos coleccionando items aunque sigue sin ser una solución total al problema.
Durante la navegación por los distintos mundos, el jefe de la zona puede aparecer en cualquier momento y seguirnos entre habitaciones y es decisión del jugador enfrentarse a la criatura en el momento o más tarde cuando estemos más preparados; el problema de esta mecánica radica en que realmente no podremos derrotarlo cuando queramos, pues el juego nos pide visitar prácticamente todo el mapa para desactivar unas balizas e ir desbloqueando la barra de vida del jefe, y si no hemos visitado todas las balizas nos será imposible dañarle a partir de cierto punto. En general, son una serie de mecánicas que dan para situaciones interesantes pero que no terminan de estar todo lo trabajadas y bien diseñadas como para que aporten algo al título y por momentos puede llegar a molestarnos mientras vamos vaciando las habitaciones y acabando con otros enemigos rasos o buscando mejoras, supongo que en parte esa es la idea, pero escapar del boss cuando nos embosca siempre va a ser tan fácil que no llega a suponer una amenaza, solo un pequeño estorbo.

No sabía que mi monitor tenía tantos colores
Por suerte, las peleas con los bosses son otro asunto: pueden ser realmente caóticas, especialmente por que si el jugador lo quiere puede enfrentarse a varios a la vez, pero nunca dan la sensación de ser injustas pues a pesar de todo lo que ocurre siempre en pantalla, todos los ataques están bien telegrafiados y cuentan con líneas de área que muestran toda la información que necesitamos saber: en qué dirección va a ir, la naturaleza del proyectil, si se puede devolver con un arma melee o si es mejor idea hacerse a un lado… este sistema de áreas es algo que pocas veces he visto tan bien realizado en ningún juego, pero puede pecar de depender demasiado de ello, pues muchas veces merece más la pena prestarle atención a la interfaz que al propio enemigo con el que estamos enfrentándonos, lo cual es una pena pues los bosses son una delicia visual, gozan todos de diseños geniales y muy graciosos además de animaciones bastante trabajadas.

En general, el Voidigo es una delicia audiovisual, cuenta con un apartado sonoro muy variopinto, con una BSO pegadiza y efectos de sonidos graciosos tanto para los enemigos como para las muchas armas y mejoras. El pixel art también tiene un estilo propio, con colores chillones y sprites ultradetallados, con animaciones muy fluidas. Se nota que ha habido mucho mimo en la presentación del juego, todo tiene una capa de humor desenfadada, un sabor tutti frutti y nunca sabes cual va a ser la siguiente tontería que te saca una sonrisa, mención especial a un ítem, que es un estadio de hooligans que nos seguirá por el mapa ayudándonos e irá abucheando o celebrando nuestras decisiones.
Lo mejor de Voidigo es su capacidad de sorprender en cada partida. Se trata de un roguelite con muchos ases bajo la manga, que inicialmente no parece hacer nada que no se haya visto en otros exponentes del género, pero que te atrapa con sus mecánicas, sus armas originales que parecen estar vivas y con su radical estilo audiovisual.