Miela escuchó las palabras de Ismael en silencio, dejándolo hablar todo lo posible mientras pensaba. No era la primera emboscada en la que caía, y no sería la última. Por desgracia, no estaba en medio de su compañía de soldados escogidos, sino en una cabaña en un bosque, rodeada de monstruos, con un maníaco homicida dentro y el resto de su grupo dormidos.
Sería un cliché decir que se las había visto en peores circunstancias. Y además, también sería mentira.
Al menos tenía dos pistolas cargadas en las manos. El problema fue que el semiorco apagó el fuego de la chimenea, sumiendo la habitación en la oscuridad... lo que no impidió a Miela ver y oir que entraban más arañas en la estancia, y que algo enorme aparecía detrás de Ismael. Miela fijó su vista en el orco y su acompañante. Podía oir a Erdwan batiéndose ya a muerte, pero Miela aguardó, haciendo algo muy poco característico de ella.
Fruncir el ceño.
Aguardó a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad lo justo para amartillar la pistola en su mano derecha, levantarla hacia Ismael y apretar el gatillo.
Disparo de pistola (posible -1 a atributos por estar en la oscuridad)
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Daño (si acierta)
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