@Tombi
Miela estaba sentada, una pierna estirada sobre la tierra y otra rodilla arriba, cuando Traki el enano salió de la casa. La mercenaria tenía apoyado su rifle contra su rodilla y estaba limpiando la superficie del cañón con un paño. No se molestó en levantar la mirada para ver quién había salido: reconoció los pasos de Traki y el sonido de su armadura al frotarse las piezas entre sí.
Sí que levantó sus ojos dorados hacia el enano cuando éste la invitó a pasar, aunque volvió a apartarlos mientras pensaba. Recordaba haber visto al enano alguna vez... como poseído por sus recuerdos, balbuciendo palabras que imaginó pertenecientes a la lengua de su gente. El guardabosques no era el único por aquí que se parecía a ella de una manera que encontraba... un poco reconfortante.
También encontró reconfortante la oferta de una cama, aunque la morada de un guardabosques no podía ofrecer algo de ese nivel, ¿no?
Pero más que eso, Miela agradeció la compañía. Y no le importaría disfrutarla un poco más. De modo que lentamente, desenfundó una de las dos pistolas que portaba en su chaleco, y sosteniéndola por el cañón posó suavemente la empuñadura sobre la mano que Traki le ofrecía, como invitándolo a tomarla. Entonces, con una voz susurrante como de costumbre y sus ojos clavados en los del enano, podría decirse que le puso sus condiciones. "Visar arrrmas primo. Ante viso, ante soño. ¿Ayuda?"