Inkisidor
Merricat sonríe al ver que con la ayuda de Lirian ha conseguido traer de su plano, más allá de este mundo, a ese ser insoportable y egoísta que estaba obligado a ayudarla de vez en cuando, si la fortuna se daba.
"Va, no te quejes, genio. Sal de esta habitación y ayúdanos con las arañas y el semiorco. Prioriza proteger al sacerdote y al bardo. Si lo haces bien y salimos con vida, te dejaré quemar la casa entera", dice sacando la lengua de forma divertida.