Merricat
Merricat despierta al primer susurro del amanecer, cuando las sombras aún se aferran a las esquinas de su pequeña habitación en "El Cerdo Combatiente". La tenue luz apenas penetra las cortinas raídas, creando un ambiente perfecto para prepararse.
Con movimientos suaves y meticulosos, empieza a recoger sus pertenencias. Cada objeto tiene su lugar exacto: la daga ritual con empuñadura de ébano se desliza en su vaina, el colgante de rubí descansa sobre su cuello, brillando con una luz cálida que contrasta con la frialdad de la habitación. Sus pociones y objetos mágicos son guardados en una bolsa de cuero que cuelga de su cintura.
Antes de partir, se dirige al pequeño escritorio de madera y saca un trozo de pergamino y una pluma. Con trazos rápidos pero cuidadosos, escribe una nota para Erdwan. Sus palabras son breves, pero cargadas de afecto y una promesa de volver. Doblándola con precisión, Merricat se desliza fuera de su habitación y se dirige hacia la de Erdwan. Se agacha y pasa la nota por debajo de la puerta, asegurándose de que llegue a su destino.
El pasillo de la posada está en silencio, solo perturbado por el crujido ocasional de las viejas tablas del suelo. Merricat se mueve con la ligereza de una sombra, evitando cualquier ruido que pueda delatar su partida. La posada, normalmente bulliciosa, duerme en este momento, permitiéndole salir sin ser vista.
Al salir por la puerta trasera, el aire fresco de la mañana la envuelve, trayendo consigo la promesa de un nuevo día y los peligros que este conlleva. Merricat tira de su capucha, ocultando su distintivo cabello rojizo, y se adentra en los caminos hasta llegar a las calles aún desiertas de los suburbios de Puerta de Baldur.
Cada paso que da la aleja más de la seguridad de la posada y la acerca a su encargo. Su misión es misteriosa, un secreto que solo ella guarda. Con el primer rayo de sol despuntando en el horizonte, Merricat desaparece en las sombras de la ciudad, lista para enfrentarse a lo que sea que el destino le depare.
Querido Erdwan,
Sé que esta nota te tomará por sorpresa, pero tengo que irme. Los Suicidas Carmesíes son ahora mi familia, y eso te incluye a ti. Sin embargo, hay algo que debo hacer antes de poder continuar con nuestro camino.
No sé cuánto tiempo me llevará, pero espero regresar y reunirme con todos vosotros. Prometo que haré todo lo posible por volver. Cuida de todos en mi ausencia.
Espero que nuestros caminos vuelvan a encontrarse.
Con afecto,
Merricat