Lo bueno de Japón, o al menos es la sensación que he tenido yo, es que vayas donde vayas comes bien y eso ni mucho menos todos los países lo pueden decir, ni siquiera España. Nosotros éramos cuatro y nunca hemos pagado más de 5.000 yenes en total, generalmente menos. Me parecieron especialmente memorables los takoyaki de Osaka, un ramen picante con fideos de matcha que me tomé en Uji, un uddon en Sendai con unas lonchas de panceta de casi un dedo de grosor y unos pankakes souffle que estaban de muerte. El okonomiyaki me pareció una marranada rica pero poco más, y el omurice no me pareció gran cosa. Creo que estos últimos dos platos son una muestra del daño que ha hecho TikTok. Ojo, y muy sintomático que con lo popular que es el mochi en Barcelona, que parece casi casi que sea el postre favorito de los japoneses, y me costó Dios y ayuda encontrar un lugar donde comerme uno 😂
Pero lo dicho, puedes meterte prácticamente en cualquier garito y no tendrás la sensación de haber comido mal o que te hayan timado. Mira que he viajado a países y creo que es el primero en el que puedo decir esto. Y como me han quedado tantas cosas por probar, tendré que volver.