Bailey Bruer
Casa de los Doyle
Tarde, 3 de octubre de 2023
Bailey asiente para corresponder al agradecimiento de Susan por los bombones. La verdad es que no son gran cosa... al fin y al cabo, no son nada casero, por muy buenos que puedan ser. No es lo mismo que recibir unos cubos de leche preparada en granja. Aún está pensando en eso cuando avista el reconocible candelabro judío en uno de los muebles de la casa. Vaya, ¿eso significaba que los Doyle eran judíos? Qué curioso... aunque bueno, a Bailey eso le daba bastante igual. La religión de cada uno era asunto suyo.
Al sentarse a la mesa junto a Alan y los Doyle, Bailey se quita la boina por respeto y la pone sobre su regazo. Entonces, mientras la mantiene ahí con una mano, utiliza la otra para llamar a King con un gesto. No es bueno dejar a los animales sueltos en casa de otros, así que le toma la cabeza suavemente y la posa sobre su pierna, para luego mantenerlo ocupado con caricias sobre el lomo, rascadas tras las orejas y similares. Sus gestos se detienen momentáneamente cuando Ted menciona el libro de Alan. Eso es... un tema sensible, que a Bailey la distrae de King hasta que éste frota el hocico contra ella, pidiendo más. La chica agradece que Ted sepa desviarse de ese asunto con tanta habilidad.
“De torpe nada, cariño. ¿Quién crees que pilotaba ese ‘Huey’ durante la Operación Starlite? Sí señora, tu santo marido.”
Bailey inclina la cabeza de lado y pestañea, pillada entre la sorpresa y la confusión. ¿Huey? ¿Starlite? Eso no le sonaba de nada, pero creía entender que Ted había estado en el ejército. Hmmmmm. Mirándolo más en detenimiento, el señor tenía cierto aire de firmeza que casaba bien con eso. Tratando de que no se notara demasiado, Bailey echa un vistazo rápido por la habitación, por si veía algún detalle que le aclarara eso. Fotos, medallas o algo por el estilo.
“¿Qué te apetece, querida? ¿Café o zumo de manzana? Son de nuestras propias manzanas, ya sabes.” La señora Doyle interrumpe los pensamientos y miradas interrogantes de Bailey. Ésta sonríe, agradecida.
"Yo jamás le diría que no a algo que es cosecha de ustedes." Apenas un par de minutos después, Bailey toma el vaso con la mano que no ha utilizado para acariciar a King y bebe un trago. No es que tuviera sed, pero a Bailey siempre le ha gustado el zumo de manzana. Quizá por encima de cualquier otro. No es necesariamente el que esté más bueno, pero sí el más... equilibrado, por así decirlo. Así que la joven lo degusta poco a poco, disfrutándolo como toca.
“Mira lo hermosa y lozana que estás.” El cumplido de Susan hace ruborizarse un poco a Bailey, que sonríe mientras le da una buena rascada de lomo a King. ¡No es lo mismo unos gritos soeces de estudiantes de instituto, y un cumplido de gente mayor que lo ha visto todo!
"Muchas gracias, señora Doyle. ¿Qué puedo decir? Supongo que me he criado en un buen sitio, y en buena compañía." Con un gesto discreto pero elocuente, Bailey toca el costado del vaso con las uñas, haciéndolo tintinear. "¡Y la buena comida importa mucho también!"