Las llamas se alzan desde el cuenco que Ethan sostiene, crepitando con una energía que parece alimentar el miedo. La letanía de Ethan se intensifica, su voz grave llenando la terraza con un eco severo.
Ruby, paralizada por el terror, no puede apartar la mirada de las llamas. Sus ojos, grandes y llenos de miedo, reflejan el baile hipnótico del fuego. Las sombras distorsionadas por la luz del fuego pintan un cuadro inquietante alrededor de ellos.
De repente, sin previo aviso, la cabeza de Ruby se inclina hacia delante, como si hubiese perdido la consciencia. Ethan, sorprendido y quizás asustado, detiene su letanía por un momento, mientras un silencio antinatural se apodera de la terraza.
En ese instante de quietud tensa, desde el cementerio a lo lejos, surge un grito. No es un grito común, sino uno espectral, compuesto de mil voces entrelazadas, un sonido que parece venir de otro mundo, atravesando la noche y envolviendo a todos en una atmósfera de terror puro y ancestral.
Ethan desvía ligeramente la mirada hacia el cementerio, donde el grito espectral aún resuena en el aire, y luego observa a los demás. Todos muestran caras pálidas y ojos ensanchados por el miedo. El silencio es absoluto; nadie se atreve a romperlo, como si temieran invocar algo aún más aterrador con sus palabras.
Después de un momento que parece eterno, Ethan vuelve a fijar su atención en Ruby, que de manera abrupta levanta la cabeza. Sus ojos, ahora completamente en blanco, destilan un terror gélido. Una sonrisa siniestra se dibuja en su rostro, tan inquietante que parece ajena a cualquier emoción humana.
Ethan, abrumado por la escena, se cae hacia atrás, desplomándose sobre el suelo. Ruby, con su cabeza ladeada, parece encontrar un macabro entretenimiento en su torpeza. Lentamente, y con una calma que acentúa el horror de la situación, Ruby dirige su mirada de ojos en blanco hacia cada uno de los seis integrantes del círculo.
"¿Da... Dama O'Byrne?", logra murmurar Ethan, su voz temblorosa atrayendo la atención de Ruby hacia él.
"¿Qué... mortales... despiertan... a la que... duerme?" La voz que surge de Ruby es antigua, un eco de siglos pasados, resonando con un timbre que parece venir de otro tiempo, de otra dimensión. Cada palabra vibra con el peso de una existencia prolongada y olvidada.
A su alrededor, el terror se manifiesta de distintas formas: Jordan se muerde las uñas compulsivamente, sus ojos clavados en la figura transformada de Ruby; Cindy se rasca el brazo frenéticamente, como si intentara liberarse de una sensación insoportable; Riley, con los ojos abiertos de par en par, parece incapaz de procesar la escena delante de ella; Leo y Ralph han dejado la silla y se agarran a la pared, como si quisieran escapar.