María tardó unos segundos en deliberar. Quizá toda la conversación duró unos minutos, aunque a ella le parecieron horas. Es complicado de saber.
Ahora que sabía las contras, era todavía más absurdo aceptar. ¡María era una ciudadana estadounidense honesta y de primera! Había nacido en Estados Unidos, se había criado en Estados Unidos y tenía ciudadanía estadounidense. Era una estudiante modelo, o eso le dijo su tutora de sexto una vez, y una gran persona. Había visto suficientes películas (estadounidenses) de terror y suspense para saber lo que iba a pasar: La cosa con la que hablaba le iba a traicionar e iba a tener que hacer cosas horribles. Estaba pactando con el diablo.
En las películas y los cómics, el pacto nunca ocurriría. Ella nunca podría aceptar ésta tamaña vileza y acto de egoísmo.
Es por eso que su cerebro le ordeno a su mano derecha que se levantara y se extendiera a esa chica, que las comisuras de sus labios se ensancharon hacia arriba, y, al estar tan afectada e indignada, respondió "oh, ¿sólo eso? Entonces claro que acepto, Eilís." con una voz confiada, segura y hasta relajada.
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...¿qué... estaba haciendo...?
Que estaba haciendo, ¡Pues lo correcto, por supuesto! ¿Que un idiota tendrá un poco de desgracia? ¡Ojalá fueran los criminales del cártel de los Zetas, esos weyes malnacidos! ¡O Vanessa, esa puta asquerosa! ¿Qué demonios le había hecho ella? ¡Nunca le había dirigido la palabra y le había puesto medio instituto en contra!
Quizás le tocara a alguien de la comunidad. Ojalá. ¡Con un poco de suerte, sería un cliente más del consultorio! Qué suerte tenía ella, ¿acaso no había nada más americano que aplastar a toda tu competencia y ponerte por encima de todo? No sólo iba a ver en colores y luces, ¡ya veía al negocio florecer y a la idiota de mamá dándole un ataque al verle!
Sí, ¡debería ella sufrir un poco, por toda la puta explotación infantil que había sufrido! ¿Acaso ella la quería de verdad? Dios, cuanta basura hay en éste condenado país. ¿Debe ser más del 50% de la población, si empiezas a contar, no? Eso cuenta para la estadística. Nunca había hecho cálculos exactos, el excel era extremadamente molesto de usar y, para tener a una voz hablando todo el rato, prefería codificar.
Sí, es verdad, casi se le olvidaba lamentándose en ella misma. ¡Por fin vería la luz! ¡Usar un ordenador como era debido! Sólo eso valía la pena.
Cuando María se dió cuenta de su propia felicidad, se hizo un poco atrás. ¿Y si por mala suerte le tocaba a alguien que no se lo merecía? A alguien... ¿conocido? Tía Cristina lo entendería... pero ¿Milly y Bailey seguirían siendo sus amigas?
Volvió a recordarlas. ¿No era una bastarda egoísta? Una duda nació en ella... pero su primer recuerdo era la imagen, todavía clara, todavía novedosa, en el jardín del instituto de sus caras de confianza en ella. De Esclavo, y su amor que sobresalía de su alma.
Y, con esas imágenes, LAS imágenes que había visto, sus dudas restantes se ahogaron el suficiente tiempo. Su mano seguía extendida.