Isolee
Bailey
La chica rubia se debate por unos segundos entre ponerse algo nuevo, y sencillamente ponerse la mullida sudadera blanca con capucha y pantalones cortos no, lo siguiente, que llevaba hacía un par de días. En nombre de volver a algo que pueda llamarse normalidad, opta por continuar el patrón de sudadera blanca, pantalones y calcetines. Después de enfundar sus pies en sus ultra-cómodas zapatillas de andar por casa modelo Conejo Rosa, Bailey baja las escaleras sin prisa pero sin pausa y entra en la cocina, atraída por el delicioso olor a especias y la curiosidad que le despierta.
“Ah, Bailey, justo a tiempo,” anuncia su padre desde la cocina, vertiendo vino rosado en su copa. “Te enfrentas a una disyuntiva crucial que determinará el curso de la noche.” Una sonrisa juguetona se asoma en su rostro. “¿Prefieres tu pollo al curry con o sin leche de coco?”
Bailey, sintiéndose juguetona y más que dispuesta a poner de su parte por aliviar la seriedad del día, se acerca a su padre por detrás mientras éste cocina, lo abraza, y se asoma por debajo de su brazo para ver qué está haciendo exactamente. Mientras mira en la olla, asiente con aprobación. "Hmm... con amor." Dicho eso, Bailey sonríe y se inclina para mirar hacia arriba, a su padre. "Amor y leche de coco."
Sin perder tiempo, la joven, mucho más animada que antes, se escurre de debajo del brazo de su padre y en cuestión de segundos va a la despensa, coge una lata de leche de coco y la deposita junto a la cocina. "¿Hoy dónde cenamos?"
En Casa Bruer técnicamente hay un comedor, justo al lado de la cocina, pero algunas veces cenaban sobre bandejas, mirando la tele. Y en alguna noche muy especial, cenaban en alguna sección de la terraza que rodeaba la planta baja de la casa, o la primera. La superior tenía una muy buena vista de la zona. Sin embargo, en Octubre, el tiempo empezaba a ser un poco frío para cenar fuera de la casa.