Bailey Bruer
Pista de atletismo del Instituto Pine Ridge
Club de atletismo, 2 de octubre de 2023

Foto Bailey
Bailey sale a la pista ataviada como de costumbre para las prácticas: pantalones cortos y un top, combinando gris y negro, y unas zapatillas deportivas a juego. Lleva el pelo rubio tan desmadrado como siempre, pero se lo va recogiendo en una coleta con una goma mientras se dirige hacia la pista de competición.
La joven atleta es una figura imponente, verdaderamente amazónica. Además de su pelo rubio y ojos azules, Bailey cuenta con un rostro atractivo de auténtica modelo, y un físico atlético. No está súper-musculada, pero la mayoría de la gente puede intuir la fuerza y la energía que descansan bajo su piel, listos para liberarse. Y sin embargo, no le faltan ciertos encantos femeninos: sus piernas son largas, sus caderas anchas, y sus senos, más que generosos, son despilfarradores. Su estómago, al descubierto, no sólo es plano sino que deja casi ver abdominales. Su forma de andar es claramente de mujer, y cada movimiento que hace, lo ejecuta con la gracia y el orgullo de una pantera. Sobre la pista de competición (o cerca de ella), cada giro de la cabeza, cada pestañeo, cada estiramiento y cada paso dan la sensación de estar calculados.
Si Bailey está donde está, es por algo. Aun cansada, Bailey es una máquina de competir. Pero eso ha requerido mucho trabajo duro, y aunque hoy no siente que las tenga todas consigo... peso no es excusa para dejar de practicar.
Hacer lo correcto es más importante cuanto más difícil sea.
Su padre se lo dijo hace un año, poco después de fallecer su madre, y dadas las circunstancias se había quedado grabado a fuego en su mente. Por tanto, ahora no duda en tomar su lugar junto a las marcas y empezar el precalentamiento. Bailey se lo sabe de memoria, pero las voces del entrenador ayudan a hacerlo todo según el tiempo correcto, y también ayudan a que todo lo que no sea correr vaya desapareciendo de su mente como una toalla mal puesta sobre el borde de un banco que se va deslizando hasta caer al suelo.
Una vez acabado el precalentamiento, empieza una carrera suave por la pista. Poca cosa, sólo para habituar el cuerpo. Bailey recuerda con una sonrisa socarrona cómo, al empezar en el club de atletismo, se preguntó si la carrera era también para beneficio de los mirones. Siempre había algunos chicos (y alguna chica, apartada de los primeros) que venían a observar al club de atletismo. Observar el qué... bueno, francamente, eso era demasiado obvio. Pero siempre tenían alguna buena excusa si alguien les preguntaba, y hoy no era una excepción. Claro que esos chicos no se encuentran habitualmente en las gradas, o al menos no todos. La mayoría prefiere mirar desde lugares más discretos, mientras fingen estar haciendo otra cosa.
Bailey no es ninguna cría inocente, y tiene las cosas bastante claras en ese sentido... pero en algún momento sencillamente había decidido que prefería ofrecer un espectáculo completo, en lugar de quedarse a medias: tener un cuerpo dotado está muy bien, pero tener un cuerpo dotado que puedes mover con velocidad y gracia ya es otra cosa. ¿Y quién dice que alimentar el ego es malo si el alimento es orgánico, por así decirlo? Bailey no se da ínfulas, ni tiene un gramo de arrogancia: lo que tiene se lo ha trabajado, y nadie se lo puede negar.
Así que si alguien quiere mirar, al menos que vea algo auténtico.
Hoy toca carrera lisa. Nada de obstáculos, lo cual Bailey agradece porque no se siente al 100% para eso. Sin embargo, no le importa colocarse en la postura de inicio para una carrera lisa siguiendo las indicaciones del entrenador. La joven toma posición, manos y pies en el suelo, se relame los labios, y espera a la señal del entrenador para salir disparada.