Bailey
Al escuchar la respuesta de su padre, Bailey no puede evitar acercarse a él y lanzarse a un abrazo bien fuerte. Después de tanto miedo e incertidumbre, la verdad es que la chica necesitaba oír algo así. Saberse apoyada por sus seres queridos, empezando por Alan y King. Aunque como diga Marina no sea la decisión más sabia (lo que la enfada un poco, por un momento), y poco le importa que sea valiente, Bailey sabe que esto aún está lejos de acabar.
Después de sentirse reconfortada, arropada en la presencia de su padre y con la de King siempre cerca, Bailey se destraba de él y mira al collar que Marina sostiene en sus manos. La joven se alegra de contar con cualquier protección posible, pero el objeto le infunde también mucho respeto: pertenecía a Anisette, una mujer que sufrió terriblemente. Y que aún sufre, por lo que han podido ver. Si va a ayudarla, y a librarse a sí misma de la maldición o lo que sea que hayan hecho los Doyle, lo va a necesitar. Bailey mira a Marina a los ojos, asiente, y se acerca para tomar el collar y examinarlo más de cerca antes de levantarlo en el aire y luego dejarlo deslizarse sobre su cabello rubio, su rostro, y al fin su cuello, hasta acomodarlo sobre su pecho.