"Bailey, no nos conocemos mucho, de hecho esta vez sería la primera vez que hablamos. Te conocía por ser la hija de Alan Bauer, es mi autor favorito y lo admiro mucho."
Bailey saca de su chaqueta el móvil y le saca una foto al papel con los islotes, y al libro de mapas por las páginas de los islotes, como referencia. Sin embargo, aunque parte de eso lo hace por precaución, también lo hace para evitar mirar a Ronan a los ojos y que se le note las pocas ganas que tiene de hablar de su padre. Algo que si Ronan presta la suficiente atención, o si es lo bastante perceptivo, quizá note de todos modos por la zona en que Bailey apoya el culo contra la mesa y se cruza de brazos, dejando el papel y el libro sobre la mesa.
Bailey adoraba a su padre, y estaba orgullosa de ser su hija, aunque a veces también era un poco envidiosa. Por todo eso, no le gustaba que nadie fuera a preguntar por su padre. A Alan no le gustaba estar en el foco de atención, así que a veces había habido algún periodista, editor o fan que intentó acercarse a él a través de Bailey. Eso normalmente era molesto, pero cuando Carrie, la madre de Bailey y esposa de Alan falleció hacía un año, todo se volvió una auténtica locura. La chica aún recordaba con mucho rencor cuando alguien le puso un micrófono en la cara y le preguntó cómo había afectado la muerte de su madre a Alan.
De todo lo que rodeó el atropello de Carrie, eso fue quizá una de las cosas que más le dolió a Bailey. El comprender que había gente para quienes Alan era sólo una máquina de producir Bestsellers, y su madre y su hija... básicamente nada. Tan poca cosa que una gente adulta se había rebajado a acosar a una cría que acababa de perder a su madre.
Ronan la había devuelto a esos días, y Bailey no logró evitar que la furia fría asomara a su rostro conforme el muchacho le hablaba.
"Seré directo, no me gusta los circunloquios. Necesito hablar con tu padre, pero no para algo como que me firme un libro o algo así. No busco eso de él ahora mismo. Me gustaría hablarle de “negocios”. Es algo que necesito y creo que a tu padre también le interesaría."
La chica lo miró como si estuviera maquinando el destruirlo a él y a todo su linaje. El voluminoso pecho de Bailey se movía con el esfuerzo de controlarse a sí misma. Bailey cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, respirando hondo para sacar de su mente todas las imágenes y sonidos horrendos de aquella época. El flash de las cámaras, las preguntas apresuradas, la sensación de quedar atrapada dentro del círculo de amigos que tenía entonces, y a la mayoría de los cuales perdió cuando se encerró en sí misma en los siguientes meses. La humillación, la vergüenza, y lo peor de todo... la ausencia de su madre.
La joven claramente pierde las fuerzas. Pone una mano sobre la mesa, y con la otra se cubre los ojos.
La terapia debería haberla ayudado, pero... no contra algo tan repentino, tan salido de la nada, y además con estos días de auténtica locura.
King, el perro de Bailey, lanza un ladrido apagado y entonces gime suavemente. Sus patas delanteras dan sobre los muslos de Bailey, y tras volver a tocar el suelo, el animal frota su hocico contra las piernas de la joven. Bailey respira hondo, traga saliva, y exhala.
Cuando se quita la mano de la cara y mira a Ronan, lo hace con una expresión francamente agotada y miserable. No soporta mirarlo más de un momento antes de apartar la vista y sentarse sobre la silla más cercana, descansando un brazo sobre la mesa. King inmediatamente se pone a dos patas para acostarse sobre su regazo. Es extraño, pero Bailey tiene un aspecto extrañamente... señorial, en esa postura. Y su voz tiene una suavidad y una madurez poco común en ella, incluso para María, con quien pasa tanto tiempo desde hace unos meses.
"Si es algo que interesaría a mi padre... bien. Quizá te ayude a hablar con él. ¿Pero es eso seguro? ¿Me juras que es verdad, y que no me estás intentando... utilizar?"
La palabra utilizar no sale de ella con un tono particular. Ni con resentimiento, ni con desaprobación, ni con juicio moral alguno. Y sin embargo, suena increíblemente dura viniendo de ella.