Bailey
Para GM:
Con mucha parsimonia, Bailey va explorando el apartamento. King, a sus pies, olisquea y mira de un lado para otro, más interesado y emocionado a primera vista. No es de extrañar, claro. Para él, un apartamento nuevo es otro mundo.
Bailey disfruta mirando las curiosidades. El cuadro del Kilimanjaro la hace pensar que debería buscar fotos de África, que seguro que hay un montón de imágenes igual de espléndidas. Se pregunta cómo sería estar allí de pie, en ese continente tan extraño y caluroso. Quizá con la máscara zulú en las manos. A Bailey se le escapan las sutilezas artísticas, pero se pregunta por el mismo hecho de llevar una máscara. ¿Un artilugio para un ritual religioso, quizá? ¿O para algo similar al teatro?
La roca volcánica y la copa de cristal no la impresionan demasiado. Se pregunta más bien qué encontró el tío de Milly en ellas para exhibirlas ahora en su piso. De hecho, lo cierto es que no lo conoce apenas. La joven atleta no es de acostarse muy tarde, oyendo historias y leyendas y cosas así. ¿Acaso el presentador de radio encontró algo que enlaza Innisport con África en estas curiosidades?
La estatua de Anubis es... bueno, es una estatua egipcia. Bailey había visto alguna que otra película y estudiado algo sobre esa civilización, pero no era éste el lugar para inspirarle mucho interés por eso ahora. Algo similar le ocurre con la esfera armilar: ha visto algo así antes, sabe más o menos qué es, pero no tiene ni idea de qué importancia puede tener. Algo que ella admite dolorosamente para sí misma que se debe a que no tiene la inteligencia para apreciar esas cosas.
Algo desanimada, llega a las flechas tribales. Una flecha es una flecha... eso sí lo puede entender. Y le resulta curioso que cada una tenga un diseño único. Normalmente las flechas son algo desechable, ¿no? Pero al imaginar a unos jóvenes cazadores africanos disparándolas para cazar animales, se pregunta si quizá esta tribu particular que creó estas flechas no pensaban en ellas como algo más que un simple proyectil. Quizá las obras de arte podían también diseñarse para ser armas, ¿no?
Después de agacharse para acariciar a King un poco, sintiéndose mejor por ello, Bailey se yergue y observa un libro de mapas, abierto por unas páginas que muestran lo que reconoce como los islotes de Innisport. Para Bailey, el mar era... algo a lo que respetar. Jamás había sufrido un trauma con él, pero vivir cerca de los acantilados y ver las tormentas, y la luz del faro en la oscuridad sabiendo para qué estaba allí, definitivamente la hacía sentir que el mar no era lugar para ella. Y sin embargo... esa misma mañana había conocido a un chico que tenía su propio bote...
Le viene a la mente una idea, pero antes de decir nada...
Para todos en el apartamento de Alex:
Después de examinar varias curiosidades africanas en el apartamento, Bailey se acerca con King a un libro de mapas abierto que muestra los islotes de Innisport. Interesada, y con cara de sospechar algo, le echa un vistazo de cerca...
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