Milly, Ronan, Bailey y María
En la séptima planta, el apartamento número cuatro tiene algo que lo hace destacar entre los demás: una puerta metálica con un sistema de cierre más robusto de lo usual. Aunque lo que realmente llama la atención es un aviso pegado sobre ella, un papel de la policía que informa a quien pase por allí de que el apartamento ha sido inspeccionado bajo orden judicial por la policía estatal.
Milly gira la llave en la cerradura superior, que emite un clic de apertura. Acto seguido, realiza el mismo proceso con la cerradura inferior, que también cede, esta vez con un sonido más sordo. La puerta se entreabre, revelando el acceso al espacioso apartamento.
Cuando Milly entra, se encuentra con un lugar lleno de historias. La madera, presente en suelos y muebles, le da al espacio una calidez y elegancia que llama la atención. Parece que su tío Alex quiso comunicar algo más profundo con este diseño, algo personal que Milly aún no logra entender completamente.
El pasillo desde la entrada, con puertas a ambos lados, parece invitar a explorar nuevos mundos. Al final, una gran puerta abre a un comedor espacioso y acogedor. En el mismo se refleja el gusto variado de Alex por diferentes culturas, decorado con figuras que cuentan historias de lugares lejanos. Las obras, de raíces africanas y asiáticas, no solo adornan el espacio sino que muestran un profundo respeto, casi veneración, por estas culturas primigenias.
Por el comedor hay fotos de Alex con personas que Milly no reconoce. Sin embargo, algunas fotos familiares tienen un lugar especial, mostrando a Alex con su hermana y sus padres, madre y abuelos de Milly, y una foto muy especial de la misma recibiendo un premio periodístico, lo que le trae recuerdos felices.
En el centro, sobre una mesa de caoba, hay una carta con el nombre de Milly que parece invitarla a abrirla y leer lo que fuera que Alex guardara en su interior.