Lo que suelo hacer es en la ducha, antes de salir, ladeo la cabeza hacia un lado y después hacia el otro, y digamos que golpeo la mano de ese lado con la cabeza varias veces, de manera suave. De esa forma cae el agua que suele quedarse en los oídos, y también parte de la suciedad que pueda haber.
Una vez fuera, con papel higiénico y ayuda del dedo índice, limpio la parte exterior del oído, hasta donde cabe el dedo y sin forzar. De forma muy esporádica sí que uso el bastoncillo, pero con cuidado, sin forzar y centrándose más en las paredes del oído y no en empujar hacia dentro.
Realmente el oído está diseñado para limpiarse solo del cerumen sobrante. El propio movimiento de la mandíbula al masticar expulsa la cera hacia afuera poco a poco.