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¿Bloqueo a Telegram en España?: tan solo otro juez que pide que le bajen la luna
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Según apuntan algunos medios españoles, el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, ha ordenado el bloqueo temporal de la aplicación de mensajería instantánea Telegram en España, debido a una denuncia por infracciones a los derechos de autor formulada por varias compañías audiovisuales (Mediaset España y Atresmedia), por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA), y por la plataforma de televisión de pago Movistar Plus.
Aparentemente, la petición de bloqueo se debe a la ausencia de respuesta de la compañía al ser requerida para la eliminación de una serie de canales en los que se compartían materiales audiovisuales sujetos a derechos de autor.
Estamos ante la enésima estupidez de quienes no entienden la red: pedir el bloqueo de toda una plataforma de mensajería instantánea que utilizan el 40% de los españoles, porque algunos usuarios la utilizan para compartir materiales audiovisuales. Es como pretender cerrar una ciudad entera porque en ella se producen alguna actividad ilegal, o como ordenar el bloqueo de toda la red telefónica porque hay alguien que está hablando de cometer un delito. Telegram es utilizado, por ejemplo, por los bomberos de la Generalitat catalana, que dependen fuertemente de la aplicación a nivel operativo, con grupos en cada región, bots de rutas, compartición de materiales, etc.
Pero además de la evidente desproporción de la medida, debemos tener en cuenta que hablamos de Telegram, probablemente una de las aplicaciones más resistentes a este tipo de medidas que existen, que lleva años prohibida en múltiples países y sin que esa prohibición represente el más mínimo obstáculo para su uso. Telegram es, por ejemplo, la aplicación que utilizan millones de ciudadanos rusos para informarse con noticias internacionales no sometidas a la censura del poderoso Roskomnadzor, el Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación del país… y pueden hacerlo perfectamente, porque el propio funcionamiento de Telegram hace prácticamente imposible ese tipo de medidas de bloqueo.
Bloqueos de este tipo han sido considerados excesivos y desproporcionados en numerosas ocasiones anteriores por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, en casos como Yildirim vs. Turquía, Wikimedia Foundation vs. Turquía o Kharitonov vs. Rusia, en los que se deja claro que esas peticiones de bloqueo suelen ser completamente absurdas y carecer de ningún tipo de sentido de la medida. Cualquier medida de bloqueo indiscriminada que interfiera con contenido o sitios web legales como efecto colateral de una medida dirigida a contenido o sitios web ilegales equivale a una injerencia arbitraria en los derechos de los titulares de dichos sitios web.
¿Qué va a pasar? Simplemente, NADA. Por el momento, todo en Telegram funciona perfectamente. Es posible que, en intentos absurdos de cumplir con la orden judicial, la app llegue a desaparecer de la App Store o de Google Play, lo que únicamente significará que, en los pocos casos en los que alguien quiera instalarla durante el probablemente escaso tiempo que dure la medida, el usuario tendrá que descargarse el archivo de instalación de cualquier otra página. Si las operadoras pretendiesen bloquearlo, todo el problema sería acceder a través de un proxy o una VPN, algunos de los cuales ya se están compartiendo frenéticamente en grupos de Telegram y en más sitios.
Es previsible que nadie que tenga un mínimo de cultura de uso de la red vaya a tener ningún tipo de problema para seguir accediendo a Telegram y utilizándolo exactamente igual que como lo utilizaba antes de la orden de bloqueo emitida por el juez Pedraz, más allá de algún leve contratiempo. Es lo que tiene internet: que el hecho de que unas cuántas compañías histéricas pretendan una medida tan profundamente desproporcionada como un bloqueo y de que un juez aparente creer que eso puede ser llevado a cabo – o simplemente se crea en su deber de dictar esa orden, a pesar de ser plenamente consciente de que lo que está pretendiendo es equivalente a pedir que le bajen la luna.
Como en múltiples ocasiones anteriores… poco que ver aquí. Simplemente, una vez más, la colisión entre quienes creen que sus derechos de propiedad intelectual deben justificar absolutamente cualquier cosa, incluyendo las medidas más obviamente desproporcionadas. A ver si algún día actualizamos y adaptamos algunos conceptos, aprendemos a poner las prioridades en orden y nos dejamos de reacciones histéricas que, además, no sirven para absolutamente nada.