Un texto interesante y ligero de David Rubio para Público
No estamos sugiriendo que todos esos seres vivos que nadan en el mar y los ríos —y que no son mamíferos— no existan: el atún, la carpa, el tiburón y el rodaballo, existen. Lo que hoy venimos a contar es que los peces no existen… como categoría en sentido evolutivo.
Y es que reunir a todos los “peces” bajo la misma agrupación taxonómica es un error desde un punto de vista biológico: un pez pulmonado tiene más en común con un ser humano que con un salmón. Y, sin embargo, no decimos que el ser humano es un pez, ¿verdad?
¿Por qué entonces se incluye en la misma categoría al pez pulmonado que al salmón? ¿Tan solo porque se parecen… y viven en el agua? A continuación, tratamos de responder a estas preguntas, explicándote por qué los peces “no existen”.
Una de las bases de estudio de la biología es la clasificación de los seres vivos siguiendo los criterios de la taxonomía, una clasificación ordenada compuesta por una jerarquía de taxones anidados. La taxonomía estudia las relaciones de parentesco entre los organismos y su historia evolutiva a través de las relaciones filogenéticas entre los diferentes grupos o taxones.
Así, las principales categorías taxonómicas serían: dominio, reino, filo o división, clase, orden, familia, género y especie. En el caso del ser humano, partiendo del reino, estaríamos hablando de los siguientes taxones: animales, cordados, mamíferos, primates, homínidos, homo y homo sapiens, siendo esta última el nombre de nuestra especie, la unidad básica de clasificación biológica.
Esta clasificación se considera evolutivamente válida puesto que toda la clase agrupada con el término “mamífero” —cordados con piel o pelo y glándulas mamarias— tienen un ancestro común. Pero, ¿y los peces? ¿cuál es el ancestro común de (todos) los peces?
Seguro que recuerdas la tradicional clasificación que aprendíamos siendo niños en la clase de Ciencias Naturales a la hora de hablar de los vertebrados —los cuales, por cierto, tampoco “existirían” como clasificación estrictamente biológica en contraposición a los invertebrados— que se agrupaban en cinco grandes grupos: mamíferos, reptiles, aves, anfibios y peces.
Pero la taxonomía prefiere una clasificación un poco más precisa incluyendo dentro de los grupos de vertebrados hasta cinco clases más que habría que añadir a la clasificación que escuchábamos en el aula de Naturales: mixinos, hiperoartios, condrictios, actinopterigios, sarcopterigios. Y, los peces “desaparecerían” sumando nueve con los cuatro primeros: mamíferos, reptiles, aves, anfibios.
¿Por qué la biología se empeña en hacer desaparecer la clase “peces”? No la tiene tomada con ellos, simplemente considera que esta categoría es polifilética, es decir, un grupo que no incluye el antepasado común más reciente de todos sus miembros.
Y es que, como decíamos más arriba, los peces pulmonados y los salmones no tienen un ancestro común, teniendo más en común el primero con una vaca, a nivel evolutivo, que con el salmón. Pero el salmón y el pez pulmonado —la vaca y el ser humano—, existen, todos existen, por supuesto: lo que no “existen” son los peces.
Tal y como señala la propia Wikipedia, los grupos polifiléticos constituyen una unión artificial de ramas dispersas del árbol evolutivo. Y pese a que estos grupos son universalmente rechazados en las clasificaciones modernas, “por inercia se siguen empleando en obras divulgativas e incluso en libros texto”.