Yo los únicos recuerdos que tengo de verbenas de pueblo son de crío, pero me parecían la polla.
Todos esos adultos que veías regios y amenazantes que sólo estaban ahí para mantenerte en cintura y no dejarte disfrutar del verano, cuando para ti disfrutar del verano era perderte por un bosque por el que luego no te encontraba ni Dios o despeñarte por un barranco lleno de zarzas, de repente los veías transformados, convertidos en ancianos entrañables, y ahí estaba la abuela de tu amigo Álex a la que le había dado por marcarse un pasodoble con Nemesio el pescadero o a tu propio abuelo participando en una conga con medio pueblo al ritmo de Paquito el Chocolatero.
Y como que los adultos estaban a lo suyo chispándose y dándose vidilla nadie reparaba en nosotros los críos y podíamos crear los más sabrosos cócteles mezclando Coca-Cola con ketchup o colarnos en la despensa del bar y arrasar con los helados, sin contar que nadie reparaba en la hora y a lo mejor eran las 12 o 1 de la noche y nadie todavía se había dado cuenta de que hacía 2 o 3 horas que tendríamos que haber estado ya metidos en la cama.