Vanessa padece cistitis de forma muy recurrente: un dolor “fortísimo” que le atraviesa como una cuchilla cuando va a orinar y le pone la “carne de gallina”. Casi siempre se debe a una infección, y la solución del antibiótico es efectiva y relativamente sencilla. Al ser necesaria receta, la primera opción era recurrir a su centro de salud, pero allí el médico no le da cita normalmente hasta unos días después, y es algo que ni puede ni debe esperar para evitar sufrimiento y complicaciones. Así que termina en urgencias: “Horas de espera cuando lo único que se requiere es una prueba de orina con un palito”.
Esta mujer de 53 años cree que es “muy buena noticia” el reglamento que esta semana ha aprobado el Ministerio de Sanidad y que permitirá a las enfermeras recetar los antibióticos para las infecciones del tracto urinario sin necesidad de la intervención del médico. En su centro de salud la enfermería es más accesible ―”te ven el mismo día”― y ve este paso completamente lógico, ya que normalmente son estas sanitarias las que le hacían las pruebas, y, por tanto, el diagnóstico. “Pero incluso con este, siempre tengo que esperar más para que el médico, que está normalmente saturadísimo de trabajo en urgencias, me lo recete”, relata.
Esta normativa, que tendrán que implementar las comunidades autónomas, no solo supone potencialmente menos consultas médicas y de urgencias, no es simplemente una forma de optimizar recursos ―que también―, sino que ahonda en una filosofía que lleva en marcha casi 10 años. Desde 2020 se están incrementando las competencias de las enfermeras ―el gremio se autodenomina en femenino por la presencia abrumadoramente mayoritaria de mujeres―, algo más acorde con lo que sucede en otros países, como el Reino Unido, aunque cuenta con la resistencia de algunos sectores de la medicina.
Cerca del 5% de las consultas médicas femeninas se deben a infecciones del tracto urinario, según datos del Ministerio de Sanidad, que calcula que más de la mitad de las mujeres sufrirán al menos una a lo largo de su vida. En la mayoría de las ocasiones (entre el 70% y el 80%) la causa es un microorganismo, el Escherichia coli, que responde muy bien al tratamiento de los dos antibióticos que las enfermeras podrán recetar a partir de ahora: Fosfomicina trometamol (Monurol) y Nitrofurantoína, como segunda opción para aquellas pacientes a las que no les sienta bien el primero.
Algunas mujeres tienen mucha más predisposición que otras a desarrollar estas infecciones. Aunque los cambios hormonales, algunos hábitos de higiene y conductas sexuales pueden aumentar el riesgo, para muchas de ellas no está claro por qué las desarrollan o por qué lo hacen con tanta frecuencia. Una conducta tan habitual como llevar un bañador mojado, que puede resultar inocuo para la mayoría, en Vanessa es motivo de “cistitis segura”. “Cuando voy a la playa o la piscina tengo que ir con varios bikinis para cambiarme nada más salir del agua”, relata.
Aunque es más frecuente a medida que avanza la edad, y especialmente entornos como las residencias, también puede suceder a edades más tempranas. Mara, que tiene ahora 35 años, sufre cistitis desde la adolescencia, y describe así los síntomas: “Sensación de querer orinar cada dos por tres, pero es como una gotita que te baja y te causa un dolor horrible. Me invalida mucho y me impide salir a la calle en una fase muy aguda porque pienso que estoy todo el rato queriendo ir al baño y que me va a doler, me dan sudores fríos. Y en mi caso se me ha subido varias veces al riñón”.
La infección renal es uno de los riesgos de complicación si no se trata a tiempo. Lo que ha aprobado el ministerio es una guía que sirva como marco de referencia para que las enfermeras actúen en el tratamiento de mujeres mayores de 14 años con infecciones no complicadas. Excluye casos complejos que requieren valoración médica, como cuando son recurrentes, el uso de sonda vesical o inmunosupresión.
El gremio de la enfermería, que lleva años luchando por ampliar y reconocer las competencias de la profesión, ha recibido esta noticia con muy buenos ojos. José Luis Cobos, vicepresidente del Consejo de Enfermería, explica que el tratamiento de las cistitis es un proceso que muchas comunidades autónomas ya habían implantado en sus consultas rápidas y eran atendidas por enfermeras. “La cuestión es que luego tienen que pasar por el médico para que haga la receta. Se trata de que la enfermera pueda finalizar el proceso, no se alargue tiempo de espera ni sature consulta. Una de las principales conclusiones es que vamos a ayudar al sistema sanitario a descongestionar las consultas, a agilizar el proceso y a evitar a las pacientes que estén de un lado para otro”, razona.
Los médicos, en contra
La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), sin embargo, rechaza esta nueva guía. En un comunicado, expresa que la prescripción de medicamentos “es un acto médico que requiere un alto grado de responsabilidad y formación”. No solo implica la elección del fármaco adecuado, argumentan, “sino que es el resultado final de un proceso que se inicia con la anamnesis o exploración física y la realización de pruebas clínicas, que continúa con un planteamiento diagnóstico y finalmente con un plan de manejo terapéutico”.
“En el caso del tratamiento de las infecciones de orina, y en un contexto global donde la resistencia a los antimicrobianos es una amenaza creciente, el diagnóstico diferencial por parte del médico y la selección adecuada de antibióticos es crucial para evitar su uso innecesario”, añade Semergen.
Esther Nieto, presidenta de la Federación de Asociaciones de Enfermería Familiar y Comunitaria (FAECAP), replica que las enfermeras nunca han reclamado prescribir antibióticos de forma generalizada: “No somos ni queremos ser nunca unos minimédicos; nosotras hacemos promoción y prevención de salud, cuidados comunitarios y damos mucho a la sociedad a través de ellos. Las cistitis son molestias que podemos tratar porque trabajamos en cuidados de la mujer, en prevención de infecciones de transmisión sexual, de higiene. Son situaciones clínicas muy conocidas que en una fase inicial pueden ser perfectamente llevables por una enfermera”.
Al contrario de lo que expresan en el Consejo de Enfermería, Nieto no cree que esto deba tener como fin descongestionar consultas, sino “reconocer” el papel de las enfermeras comunitarias y sus verdaderas competencias y ser un paso para cambiar la ley del medicamento, que es la que regula la prescripción de los fármacos por parte de los médicos.
La guía que publica ahora Sanidad es la novena destinada a la indicación de medicamentos por parte de estas profesionales, después de la de deshabituación tabáquica, anestésicos locales, fiebre, anticoagulación oral, tratamiento de heridas, hipertensión, diabetes tipo 1 y tipo 2, quemaduras y ostomías.
El problema es que muchas comunidades todavía no han implementado estas guías, así que las enfermeras no están en todo el territorio ejerciendo estas competencias. Con la cistitis, previsiblemente, sucederá algo parecido. Son las consejerías de sanidad o salud las que ahora tienen que poner los mecanismos para que las enfermeras tengan acceso a la receta electrónica.
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