Si hay un motivo por el que ir a la guerra, es este.
Son muchos, sí.
Luchad y puede que muráis.
Huid y viviréis.
Un tiempo al menos.
Y dentro de muchos años, al pedir un pincho de tortilla de patata en un bar, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy hasta entonces, por una oportunidad, sólo una oportunidad, de no llenar vuestra boca con ese asqueroso sabor dulzón?
Puede que nos quiten la vida, pero la tortilla de patatas siempre será ¡SIN CEBOLLA!