Ventilar la casa: lo que recomiendan los microbiólogos
Soy de las que cada mañana –llueva, nieve o haga temperaturas bajo cero en el exterior– abre de par en par las ventanas de las habitaciones de casa para ventilar. Es una costumbre para mí, una especie de ritual revigorizante, un hábito que marca el comienzo del día (y que no todo el mundo en mi casa acaba de entender). Pero como me explicaba hace tiempo Anabel Vázquez, cofundadora de Laconicum, cuando hablaba con ella de hábitos matutinos, “ese aire por estrenar me resulta muy energizante. Aunque haga mucho frío me gusta abrir las ventanas cuando me levanto”. Sin embargo, hace unos días hablaba de esto con un amigo microbiólogo y, aunque no descartaba la necesidad de hacerlo, ponía ciertos ‘peros’ y condicionantes y, sobre todo, me dejaba claro que no era precisamente la panacea. “No deja un ambiente estéril y, además, puede cargar el ambiente interior con las bacterias y hongos del exterior”, decía haciendo sembrar en mí la duda.
Los beneficios de ventilar la casa
A mi amigo no le faltaba razón, aunque eso no significa que no haya que ventilar (sino todo lo contrario). María Dolores Cima Cabal, doctora en Biología y directora del Máster de Gestión Ambiental y Energética en las organizaciones de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), responde: “Es cierto que al abrir ventanas puede entrar polvo, polen, partículas contaminantes, incluso microorganismos (si los hay en el aire en ese momento preciso y en ese sitio). No obstante, ventilar siempre es un hábito beneficioso porque reduce la acumulación de dióxido de carbono producido durante la noche y otros compuestos que podamos tener en casa. Además, sirve para reducir la densidad de microorganismos acumulados dentro de la vivienda, que pueden proliferar en un ambiente cerrado, especialmente si hay humedad o poca higiene”, explica. El virólogo Estanislao Nistal, profesor de Microbiología de la Universidad CEU San Pablo, tiene la misma opinión y recala también en las ventajas de abrir las ventanas para reducir olores, y la concentración de partículas nocivas y mejorar la calidad del aire de la casa. Y en el caso concreto de los microorganismos patógenos que puedan entrar del exterior, puntualiza que “en la mayoría de los casos no representan un problema para la salud ya que muchos son inofensivos y forman parte del ecosistema natural”. Además, ventilar también reduce la humedad y la posibilidad de crecimiento de moho en interiores así como la concentración de compuestos químicos que puedan dejar los productos de limpieza o emitir ciertos elementos decorativos de la casa.
¿Cuánto tiempo hay que ventilar las habitaciones?
Ambos expertos coinciden: entre 10 y 20 minutos. “Es el tiempo suficiente para renovar el aire y a la vez no perder energía térmica utilizada en la calefacción o similares en climas fríos o durante el invierno”, señala Cima Cabal. En cuanto al momento del día, Nistal recomienda hacerlo “en las primeras horas de la mañana o cuando la calidad del aire exterior sea más aconsejable. La ventilación breve pero efectiva permite renovar el aire sin perder mucho calor en invierno”, apunta. No obstante, este tiempo puede variar ligeramente en función de las condiciones climáticas y del nivel de ventilación cruzada entre las diferentes habitaciones de la casa.
Ventilar no esteriliza el ambiente (pero tampoco no es necesario)
Es cierto que mi amigo microbiólogo insistía en el hecho de que ventilar no dejaba un ambiente estéril, pero tampoco es necesario. “Aunque ventilar no esteriliza el ambiente, sí disminuye el riesgo de acumulación de microorganismos patógenos en espacios cerrados y que otras personas que entren en ese espacio incrementen su riesgo a infectarse. La esterilidad absoluta no es necesaria ni deseable en entornos cotidianos, ya que nuestro sistema inmune está preparado para interactuar con ciertos microorganismos. Más que buscar un ambiente estéril, el objetivo de la ventilación es mantener un aire limpio”, apunta el experto de la Universidad CEU San Pablo.
¿Hay que ventilar si se vive solo?
Sí, sin lugar a dudas. Es cierto, apunta la experta de UNIR, que ventilar “reduce significativamente el riesgo de transmisión de enfermedades respiratorias entre convivientes, pero sigue siendo importante cuando no se comparte espacios con otras personas ya que el aire en un espacio cerrado se carga de dióxido de carbono, humedad y contaminantes generados por actividades cotidianas como cocinar, ducharse o el uso de productos químicos”, dice. Por tanto, y aunque no es la panacea y no es necesario hacerlo más de 10 minutos al día, es un hábito beneficioso para crear un espacio saludable “independientemente de la cantidad de convivientes”, señala Nistal.
Otras alternativas (tecnológicas) a la ventilación
Aunque ventilar es un gesto infalible (y asequible), Cima Cabal no descarta tampoco las soluciones tecnológicas que existen para ayudar a la purificación del ambiente como deshumidificadores, purificadores de aire, filtros HEPA para la retención de partículas volátiles o sistemas de desinfección del aire como la luz ultravioleta.
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