Todos
Thorian niega con la cabeza, dejando que una sonrisa de esas suyas, entre burlona y encantadora, asome en su rostro. Se inclina un poco hacia Rachel, apoyándose en el respaldo de la silla como si estuviera a punto de contarle algo obvio, pero digno de su atención.
“¿Los hombres lagarto? Ni hablar, Rachel. Te lo digo claro: no os metáis en su territorio. Son una raza hecha para sobrevivir y luchar, y no precisamente en ese orden. Y si tienen hambre, bueno… tú no querrías saber cómo termina eso.”
Hace una pausa y luego amplía la sonrisa. “Imagínatelos: guerreros tan duros como el cuero y tan tercos como una mula vieja. Sus chamanes pueden desatar tormentas que harían temblar hasta al marinero más curtido, y si caes en combate, no te preocupes: no desperdician nada.”
Su tono es tan ligero que convierte la advertencia en algo casi divertido, pero el brillo en sus ojos deja claro que no está bromeando del todo. Baja la voz, inclinándose un poco más, con un aire conspiranoico que hace que Rachel casi se acerque por inercia.
“Ahora, lo del espejo…” murmura, dejando espacio para el dramatismo. “Robarlo parece factible, sí, pero la reacción sería un suicidio si no cae Morwen antes. Y aquí viene lo bueno: llevo dos días enteros investigando. Tabernas, callejones, charlando con la gente adecuada.” Su sonrisa se vuelve más pícara. “Dicen que el espejo no es cualquier cosa. Al parecer, Darven el Gris, el buen padre de Morwen, lo encontró en unas islas exóticas durante uno de sus viajes piratas. Hay historias de que refleja los deseos más oscuros del corazón. O de que quien lo mira demasiado tiempo pierde el alma y queda atrapado en un mundo de sombras. Y mi favorita: que contiene el espíritu de una reina antigua que concede poder a cambio de obediencia.”
Se recuesta un poco, con esa expresión de satisfacción que le queda tan natural, antes de pasar al siguiente tema. “Lo del gremio, en cambio, es más terrenal.” Hace una pausa, se aclara la garganta y ladea la cabeza. “La gente de Zhaus habría hecho el trabajo. Eso significa que no debería ser más difícil que… matar a tres trolls.” La sonrisa que acompaña va cargada de ironía. “Ya sabemos cómo terminó eso.”
Apoyándose en la mesa. “Ah, y luego están los Vaeltharyn. Una familia de eruditos con sangre élfica, viven en las afueras. He oído que buscan aventureros para un trabajo… delicado. Aunque, claro, mi fuente no es precisamente fiable. Pero ya sabes cómo son estas cosas: cuando hay elfos y secretos, suele haber algo más peligroso escondido detrás.”
Thorian se reclina en la silla, cruzando los brazos con una sonrisa seductora que parece decir que, como siempre, sabe más de lo que cuenta.