Todos menos Pizz
Percy se sonroja ligeramente ante las palabras de Elijah, pero una sonrisa incómoda se dibuja en su rostro, incapaz de contradecir la narrativa que le han tejido. “Oh, bueno, Hyam era... una amenaza. No podía permitir que hiciera daño a Vaughn,” dice, intentando sonar heroico mientras lanza una mirada rápida a su guardaespaldas, que se limita a cruzar los brazos con resignación.
De repente, su atención se desvía hacia Timo, que lanza un bostezo largo y despreocupado, claramente más interesada en dormir que en la conversación. Percy parece darse cuenta de lo tarde que es y se pone de pie con un movimiento decidido.
“Creo que es hora de retirarnos,” dice, dirigiéndose con cortesía hacia Lady Mirabelle. “El camino ha sido largo, y estoy deseando dormir en una cama como es debido.” Su tono, aunque educado, revela un evidente cansancio.
Con una inclinación de cabeza, Percy se despide de los presentes y llama al posadero con un gesto de la mano. Mientras este se acerca, Percy comenta con aparente seriedad: “Ah, y por favor, asegurad que no haya espejos en la habitación. A Timo le dan miedo.” El posadero asiente sin mostrar sorpresa, acostumbrado a peticiones peculiares, y guía a Percy hacia las escaleras.
Lady Mirabelle observa un momento a los presentes con una sonrisa diplomática, casi como si evaluara la escena una última vez. Luego, con una inclinación ligera de cabeza y un tono impecable, dice: “Ha sido un placer compartir esta velada, pero debo retirarme. Que paséis todos una buena noche.”
Se levanta con elegancia, ajustando un pliegue inexistente de su vestido, y su guardaespaldas aasimar la sigue sin decir una palabra, su figura imponente casi eclipsando a la joven noble. Con pasos firmes y decididos, ambas se dirigen hacia sus aposentos.
Un joven mozo de la taberna se acerca a la mesa con una leve inclinación, esperando el momento adecuado para interrumpir sin parecer grosero. Finalmente, se aclara la garganta con discreción y habla en un tono amable.
“Disculpen, señores. Las habitaciones están listas. Tenemos dos preparadas para ustedes. Cuando lo deseen, puedo acompañarles.”
Su expresión refleja profesionalidad, aunque su curiosidad por el peculiar grupo parece difícil de disimular. Permanece de pie, con las manos cruzadas al frente, esperando alguna indicación para proceder.