Bailey escucha la discusión en silencio. Le gustaría intervenir, pero está bastante perdida en todo esto. No ha visto muchas películas del género fantástico, ni juega a videojuegos ni nada por el estilo, y en cuanto a los libros de su padre… bueno, ella lo quiere mucho. De hecho, le da una punzada de nostalgia y tristeza mientras se pregunta cómo estará Alan. Llevaban ya varios días desaparecidos todos, ¿qué estaría pasando en Innisport? ¿Los estarían buscando?
Pero no, no tenía sentido preocuparse por eso ahora. No podían hacer nada al respecto. Y lo que más preocupa ahora a Bailey es la actitud de María, que parece encontrarse al límite. La joven mira a Esclavo, que le devuelve la mirada. Si se hubiera convertido en un lobo gigante en lugar de en un unicornio, quizá se entenderían ahora, pero a Bailey le da la sensación de que Esclavo también es sensible a los sentimientos de María. Y cuando ésta hace ademán de marchar, la amazona no duda ni por un segundo sobre qué tiene que hacer.
Primero, antes de que Ronan pueda responder a María, Bailey le pone una mano en el pecho y lo mira a los ojos en silencio. Entonces, niega suavemente con la cabeza, diciéndole con la mirada que no vale la pena discutir, y que no se tome a mal lo que ha dicho María.
Entonces, con pasos ligeros y suaves, Bailey sigue a su amiga latina de cerca.
“Esto es un lío muy complicado, ¿eh? Creo que nunca hemos tenido que tomar decisiones tan importantes con tan poca información.”
Con mucha delicadeza, Bailey rodea los hombros de María con un brazo, y se inclina para susurrarle. “Oye, vale que no tenemos chocolate caliente, y que King no cabrá sobre la cama, pero… ¿te importa si dormimos juntas? Estoy un poco cansada de dormir en establos o a la intemperie…”
Eso dice Bailey… aunque en realidad lo que menos le importa es cómo duerme ella misma. Lo que quiere es que María no esté sola, y que alguien le transmita… ¿positividad? ¿Calor humano? Lo que sea. Y bueno, dormir en una cama tampoco estaría mal.