Yo no doy una mierda a alguien que tiene las cuatro extremidades operativas; me da igual los hijos o las taras personales que tenga. A trabajar un poco, coño, que para comer tampoco es tan dificil ganarse cuatro duros haciendo algo que no sea ir con la pena incordiando a la gente. Y si tiene una adicción, razón de más para no darle dinero.
Con educación y buena voluntad se logra mucho. Recuerdo en mi barrio un señor que apareció un día de la nada con unas pintas de vagabundo tremendas. Iba con una mochila de aquí para allá todo el día y por la noche te lo encontrabas durmiendo en cualquier rincón. Pues el tipo se lo montó para ir conociendo a toda la gente de los locales de la zona y dedicarse a hacerles recados y ayudarles en lo que pudiera a cambio de la voluntad. Con los meses se veía que mejoraba su aspecto y cada vez era más raro verlo dormir en la calle. Al final se fue involucrando más con ciertos negocios hasta sacarse un sueldo modesto para ir tirando y tener un sitio donde vivir. Todo ello con la crisis de 2008 por medio. Eso sí, el tío tenía una labia y capacidad de hacer amigos brutal. Yo desde luego prefiero darle algo a un tío así, que se le ve interés por prosperar y hacer algo en la vida, que al típico pedigüeño de supermercado.
Los que piden en las terrazas son para mí los que se llevan la palma. No hay cosa que me reviente más. De hecho, una vez estuve a punto de moler a palos a uno de la mala ostia que me entró. Después de venir 4 o 5 veces a pedirme 1€ durante una comida, tuvo los cojones de insultarme por lo bajo para que sólo yo lo escuchara. Menos mal que tengo mucho temple, porque la banqueta de mi lado la llegué a agarrar y a levantarla unos centímetros del suelo. Tenía mucho que perder y nada que ganar por reventarsela en la espalda al tipo. Ay del que me busque cuando no tenga nada que perder... 😆