Pizz
El día amanece frío y silencioso, con el cielo aún teñido de los últimos restos de la noche. En medio de la nada, no hay más compañía que el susurro del viento en la hierba alta.
Diez kilómetros hasta el camino más próximo.
Quince hasta la puerta septentrional de Daggerford.
Diez hasta la meridional, por donde entraron por primera vez.
Y cinco días a pie hasta Secomber.
Milly, con paciencia y algo de resignación, remienda su vestido como puede. El daño está hecho, pero al menos ya no va enseñando más de la cuenta.
Tras un largo tramo de caminata, el paisaje cambia. Las tierras salvajes quedan atrás, dando paso a colinas onduladas y campos de cultivo dispersos.
En la distancia, **un grupo de campesinos avanza por el camino. Por su aspecto, parecen venir de la ciudad. Al verlos, se detienen un momento, observando con recelo.
Milly y Pizz no deben de inspirar mucha confianza.
Un goblin y una bella joven con ropas sucias y polvo en la piel, signos evidentes de una noche fuera de casa.
La mirada de los campesinos lo dice todo.
Probablemente piensan que están ante una fulana y su chulo. Les saludan con una inclinación de cabeza y continúan su camino.
Milly recupera un punto de vida.