Todos
Thorian entrecierra los ojos mientras observa a Serethys y responde a Rachel con tono bajo y pausado, casi como quien recita una lección aprendida:
"Una lamia es una criatura peligrosa, Rachel. Hay distintas formas, según los cuentos y las regiones. Las más comunes en los Reinos Olvidados son las lamias-leona, con cuerpo de león y torso de mujer, y esta...", hace un leve gesto con la barbilla hacia la figura serpentina— "...que es una lamia noble o lamia serpiente. Más raras, más antiguas... y bastante más astutas."
Hace una breve pausa, comprobando que Serethys no les escucha.
"Las lamias-leona suelen vivir en ruinas del desierto o en templos olvidados, y cazan por instinto. Son crueles, sí, pero más bestias que estrategas. Esta, en cambio…" —la mira de reojo— "esta juega con palabras, con magia, y a veces con pactos. Se alimenta de emociones, de secretos... y si lo desea, también de tu carne."
Traga saliva y añade con tono más sombrío:
"Si sonríe, no significa que estés a salvo. Significa que está disfrutando."
La lamia entrecierra los ojos con expresión interesada al oír a Rachel.
"¿Un portal, dices?" responde con voz aterciopelada, como una canción antigua—. "Qué directa. Me gusta."
Se relame lentamente, su lengua bífida asomando un instante mientras su sonrisa se ensancha con deleite. Luego ladea la cabeza y mira al resto del grupo, que cuchichea entre ellos, algo tensos.
"Oh, no os preocupéis..., "dice con tono burlón—. "Pocas cosas me gustan más que el sonido de los secretos mal susurrados. Pero os oigo igual", añade, divertida, mientras se acomoda con elegancia en su cola reptil.
Entonces su tono se vuelve más solemne, sin dejar de sonreír.
"Sí, conozco ese portal. En cierto modo... soy su guardiana. No porque alguien me lo haya pedido, claro "—ríe suavemente—. "Pero llevo siglos aquí, y lo que duerme bajo piedra y raíz me pertenece. El portal está oculto con magia, para que ningún ignorante lo cruce por accidente… o por ambición."
Se inclina un poco hacia ellos, sus ojos brillando como brasas verdes en la penumbra.
"Aunque claro… sois muchos", añade tras una breve pausa, su sonrisa ahora más afilada—. "Podríais intentar obligarme. Forzarme a revelarlo. Si no fuera porque…"
Su voz baja casi hasta el susurro. A su alrededor, algunas raíces cercanas crujen y se alzan lentamente, retorciéndose como si despertaran al sonido de su voz. Las ramas colgantes tiemblan, vivas por un instante, obedientes.
—"…el bosque responde a mis deseos. Y no creo que os convenga poneros en su contra."
Las ramas se calman como si nada hubiera pasado, y ella vuelve a sonreír con dulzura fingida.
"Así que, en lugar de hacernos daño… ¿por qué no somos amigos? Podemos encontrar una solución. Algo que me complazca… y a vosotros os deje continuar vuestro camino."
Su mirada se pasea lentamente por los presentes. Se detiene en Ronan, luego en Pizz, después en Thorian, con un leve arqueo de ceja como si lo reconociera de otra vida… y finalmente se posa en Elijah.
"Lo que deseo es simple", dice, dejando caer cada palabra como si degustara un vino muy dulce—. "Quiero un amante esta noche. Solo uno. Solo esta noche."
Se reclina con elegancia, cruzando los brazos y dejando que su largo cuerpo serpentino se enrosque de nuevo con un leve suspiro.
"Él podrá quedarse conmigo hasta el alba, y luego irse por el portal… o por donde vinisteis. El resto, decidiréis si esperáis… o si seguís sin él."
Y sonríe, satisfecha.