Acto seguido se acercó a María.
--Ha caído, le has dado su merecido. ¡Bien hecho, María! ✌️
Pero entendía que no hubiera júbilo ni celebración tras la victoria: el liche había segado de un plumazo el alma de Esclavo, King y Bailey. Giró la vista hacia el unicornio inerte: ¿le valía así? Ya podía haber muerto en forma humana. Así seguro que podía haber formado parte de ella. Si la dejaban: miró a Thorian, abrazado a Rachel, consciente de que no la iba a dejar formar parte de ella tampoco.
Pero la frialdad que trataba de aparentarse a sí misma era en parte fingida: los zombies se habían alzado a primera hora de la tarde, todo el cementerio debía de estar lleno de cadáveres de los pobres infelices a quienes el eclipse les había pillado por sorpresa mientras terminaban su peregrinaje o hacían turismo en él. Comida no le iba a faltar, y las muertes de sus compañeros eran pérdidas irreparables para el viaje: ya no podría competir con Bailey y sus curvas, ni dormir tranquila al aire libre sabiendo que King estaba atento a los alrededores, aun estando en vigilia; echaría de menos los ladridos alegres de Esclavo, y María no sería la misma sin él; Rachel... a veces discrepaba de su criterio, como en la trampa de hielo, pero echaría de menos que le lavara el pelo en los baños y su capacidad para tomar decisiones difíciles en momentos clave, las canciones que componía... incluso que las cantara... bueno, algunas veces, cuando no desafinaba mucho. Y eso sin contar cómo se lo tomaría Thorian.
Thorian. Ya pensaría en él después, ahora eso era algo que no corría prisa. ¿De verdad no se podía hacer nada por sus amigos caídos? ¿Para esto los había traído aquí Selûne, para morir a mitad de camino de Cuna de Luz? ¿No iba a mostrarse Ilmater agradecido a quienes habían dado su vida por salvar la ciudad y la región donde más fervor religioso se mostraba por él? Buscó con la mirada a Verbal, esperando que los milagros existieran y que los dioses de este mundo por una vez hicieran algo más que dejarles el trabajo a ellos.