Todos
En la calle principal, una pequeña delegación del consejo local espera frente a la posada.
Visten con sobriedad, pero no humildes: capas de buen paño, broches discretos de plata y cuellos altos que delatan más dinero que títulos.
El porte de quienes no empuñan espada, pero sostienen el peso de una ciudad con libros de contabilidad y convenios sellados.
Uno de ellos —el más mayor, con una calva reluciente y voz cultivada— hace un gesto cortés a Thorian en cuanto lo ve salir con parte del grupo.
Habla sin levantar demasiado la voz, pero con palabras medidas:
"Lamentamos profundamente la pérdida de Verbal, de la señora Rynne, y de la sabia sacerdotisa del templo de la Luna."
"No olvidaremos su servicio ni el valor con el que resistieron."
"Pero también hemos oído… lo que vosotros habéis hecho."
Una breve pausa. Un asentimiento lento.
"En nombre del consejo de Loudwater, reconocemos vuestra actuación durante la noche pasada como un acto de protección, temeridad y entrega."
Entonces hace un gesto, y Men Udotimo da un paso al frente, igual de sonriente que siempre, aunque más contenido.
Lleva un pequeño saco de cuero cerrado con cordel rojo, que entrega a Thorian con una reverencia ligera.
"—Esto," añade el portavoz— "iba a ser parte de la provisión para las fiestas de otoño, las Feuerwende, pero nos parece justo que se use en quienes evitaron que hubiera nada que celebrar."
Thorian asiente en silencio y le pasa el saquito a Rachel, sin mirar dentro. El gesto lo dice todo.
Entonces, unos mozos del establo se acercan guiando a Valiente y Trufo.
Están nerviosos, pero satisfechos.
"Las encontramos merodeando cerca del lindero del bosque, al este", explica uno de ellos—.