Lo único que odio más que a un neomanco (hablando de videojuegos) es a alguien que golpea un mando. Te juro por Dios y por la virgen santa que si pudiera le propinaría, conforme está así descuidado y sin oponer resistencia -que es como más duele, como siempre digo-, una patada a la altura de la yugular que los dos posibles outcomes de ese impacto serían o precipitarlo al deceso súbito o dejarlo en tan deplorable condición que su única salida sería la autólisis.
Hay que ser muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, y no estoy ni copiándolo y pegándolo porque al hacerlo se perdería la connotación implícita de cuán maricón se es, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, he dicho muy, pero que muy puto maricón, para manquear en un juego Y golpear el mando.