Ronan
Thorian mira la estatuilla, la coge en sus manos y a sopesa, pero no parece tener ni idea de qué se trata.
Milly
La lluvia cae como agujas sobre los cascos de los caballos. Detrás, entre gritos apagados, los soldados empiezan a organizar una batida. Milly, empapada hasta los huesos, logra acercar su montura a la de Thorian mientras Hollin resopla y avanza a zancadas en el barro. Rachel, detrás de él, se aferra a su guitarracha para que no se le escurra de las manos.
"Thorian", dice Milly, elevando la voz entre el estruendo del agua, "el sacerdote de la plataforma dijo que al sur está el Monasterio de la Rosa Amarilla… no sé si es lo que encontraremos si vamos al vado. Comentó que toda esa zona está maldita: los riscos, los monjes… todo. ¿Sabes algo de eso?"
Thorian gira la cabeza, soltando una risa breve.
"¿La Rosa Amarilla…?", bufa, como si el nombre le supiera amargo. "Bueno, Milly, si lo que buscas es un sitio acogedor donde secarte, ese no lo es."
El caballo salta un charco profundo. Thorian sigue hablando.
"En teoría es un monasterio de Ilmater. Los Hermanos Benignos… ascetas, silenciosos, duros como las piedras que pisan. Antes la mayoría les consideraría buena gente. Extraños, sí, pero nobles. Como el viejo Verbal. Yo llegué a encontrarme con uno hace años en un desfiladero. Parecía tallado en hielo, pero me dio pan y fuego sin hacer preguntas.
Hace una pausa. La lluvia es ahora un muro gris.
"Pero eso fue antes del cambio."
Milly frunce el ceño.
"¿Qué cambio?"
Thorian se encoge de hombros, sin perder el tono ligero… aunque la sombra que pasa por su mirada lo contradice.
"Nadie lo sabe bien. O nadie quiere admitir que lo sabe. Hace años que la Rosa Amarilla dejó de comportarse como un templo. Los monjes ya no bajan a auxiliar a los peregrinos, ni recogen a los perdidos de la montaña. Y el viento por los riscos…", sacude la cabeza, "suena distinto. Como si soplara desde dentro del monasterio, no desde fuera."
Hollin relincha; Rachel se agarra más fuerte.
"Dicen que dejaron de copiar genealogías y de cuidar enfermos", continúa Thorian, "y que ahora cierran puertas que antes estaban abiertas. Que de noche se ven luces en salas que estaban selladas desde hace generaciones. Y que si un viajero entra… no siempre sale. Y si lo hace no es como entró."
Entonces, sin ningún aviso, un pony minúsculo aparece tropezando entre charcos, sacudiendo la melena empapada. Encima, bajo un sombrero desproporcionadamente grande y un paraguas en forma de hoja gigantesca, un gnomo saluda como si hubiese llegado a una fiesta.
"¡Señorita Descocaaaada!", canta el gnomo, tocándose el ala del sombrero con floritura dramática… mirando directamente a Milly.
Milly parpadea, desconcertada. Rachel la mira como preguntándose en qué hora de su vida se convirtió en “señorita descocada”.
Thorian masculla: "¿Y tú quién eres, gnomo?"
El gnomo sonríe con todos los dientes que le caben en la boca.
"Bori Linternamenuda, a su servicio. Antiguo amigo de la señorita", se inclina hacia Milly "Gnomo, sí. Y también cartógrafo, buscador de hongos prohibidos y propietario legítimo de esta magnifica hoja-paraguas. ¡No acepto imitaciones!"
Thorian carraspea, incómodo: "¿Y qué haces aquí?"
Bori mueve el paraguas para que no le caiga una gota. "¡Lo mismo que ustedes, supongo! Dirigirme a Brumaverde. Y oye, no me importaría compartir camino con viajeros… ", los observa de arriba abajo, "…con una diana pintada en la espalda tan grande como la suya."
Hollin relincha inquieto. Thorian frunce el ceño.
Bori levanta una manita, la mira, y empieza a doblar dedos:
"Porque claro… si ustedes tienen una diana… yo probablemente tengo…" —cuenta cinco, cuatro, tres, dos, uno—
¡¡BOOOOM!!
"...otra", termina, sonriente.
Una explosión sacude el suelo. Un fogonazo brota desde el patio de la torre, seguido de un coro de gritos y caos. Los soldados comienzan a correr en todas direcciones.
"¡¡El almacén de pólvora!!"
"¡¡Ha volado por los aires!!"
"¡¡¿Dónde está el gnomo?!!"
"¡¡El pequeño bastardo lo ha vuelto a hacer!!"
Thorian se gira hacia Bori con un gesto de “no puede ser”. Bori sonríe, encantado, como si fuese un día especialmente afortunado para él.
"Espero que Biri lo haya escuchado", dice con tono soñador mientras juguetea con el mango del paraguas.
Thorian frunce el ceño. "¿Biri? ¿Es tu hermano?"
El gnomo gira bruscamente la cabeza, indignado.
"¡Hermanastro!", corrige con el dedo en alto. "Sólo hermanastro. Por parte de madre. Y además rival, enemigo, y pésimo jugador de dados. No vuelva a insultarme así."
Thorian mira de reojo a Elijah. El silencio pesa un segundo. Pero Thorian decide no decir nada. Bori, sin darse cuenta del cruce de miradas, vuelve a inclinarse hacia Milly con el sombrero ladeado.
"Dígame, señorita", dice con un brillo pícaro en los ojos: "¿Puedo unirme a ustedes en este encantador viaje hacia una muerte probable?"
Sonríe como si de verdad fuese un privilegio. La lluvia cae más fuerte.