Todos
La lluvia sigue cayendo a plomo cuando María se adelanta ligeramente en su montura. El relámpago ilumina por un segundo el camino embarrado, y su voz resuena clara pese al aguacero:
"Si no me equivoco, es el amable patrocinador que nos ha dado el fuego de alquimista", dice con una sonrisa ligera. "¿Entonces el barón os tenía esclavizados o es más complicado?"
Bori hace una mueca teatral, como si la pregunta fuese demasiado grande para él.
María continúa:
"Como dice nuestro compañero Elijah, tenemos lo justo, y difícilmente podemos hacer de niñera. Pero tener ayuda extra siempre va bien en lugares hostiles. Yo creo que podemos compartir la aventura juntos."
El gnomo asiente feliz como un amanecer, aprieta suavemente el vientre contra su pony —cuyo nombre no ha revelado aún— y se coloca al paso junto al grupo. Sus botas chapotean un poco más alto de lo normal, como si disfrutara del sonido.
Bori lanza una mirada a Elijah, que no oculta su incomodidad ante la presencia del gnomo. Y entonces, con un gesto hábil y sorprendentemente rápido para sus deditos húmedos, Bori lanza una bolsa pequeña de cuero a María. La bolsa cae con un tintineo metálico.
"Veinticinco monedas de plata", anuncia Bori con un orgullo casi infantil. "Para empezar."
Hace un gesto redondo con la mano.
"Primero: que no piensen que soy un tipo indefenso. ¡Tengo mis formas!", dice con una sonrisa maliciosa mientras se toca la armilla corta bajo la capa, donde suenan botecitos, resortes, y algo que probablemente no sea legal en la mayoría de reinos.
El pony tropieza, pero él nunca pierde el equilibrio.
"Y segundo: voy a pagar por la seguridad que me da ir junto a un grupo de guerreros tan fornidos…"
Pone morritos. Mirando a Elijah, luego a Ronan, luego a Thorian e incluso a Pizz, en orden ascendente de incomodidad.
El poncho de hojas que lleva a la espalda se mece con la misma coquetería absurda que él.
"Ya saben… uno nunca está demasiado protegido." Guiña un ojo. "Especialmente yo."
Thorian levanta las cejas.
Bori continúa, encantado por su propia oferta:
"Y cuando lleguemos a Brumaverde…", baja la voz como quien revela un tesoro, "donde está el taller de mi primo Fortinbras, ¡ahí sí que podré compensarles como toca!"
Levanta un dedito, solemne:
"Puedo darles cobijo y manutención totalmente gratuita y otra bolsa igual… o algún objeto valioso. ¡Mi primo siempre tiene cosas curiosas! Trastos, aparatos, chismes, reliquias… cosas que explotan… cosas que no deberían explotar. ¡Magia menuda!"
El pony resopla como si confirmara la parte de “explotar”.
Los relámpagos iluminan al grupo avanzando juntos. Y Bori Linternamenuda, orgulloso bajo su enorme hoja-paraguas, feliz como un gnomo que ha encontrado compañía… o una nueva forma de meterse en problemas.