Isolee La sonrisa se ensancha, demasiado. Demasiado confiada para un hombre que parece no tener nada. Demasiado vacía para alguien que pretende ser simplemente un trovador del camino.
Y a Milly esa sonrisa no le gusta. La conocía demasiado bien y había rasgos sutiles, subliminales, que indicaban intenciones ocultas, y no de las buenas. Hacía falta un manipulador para reconocer a otro.
El hombre hablaba, sin mentir, pero con medias verdades, pues no eran las palabras las que parecían querer engañarlos, sino sus intenciones, su maniobra de distracción. Daba información del monasterio de la Rosa Amarilla, y todos escuchaban con atención porque habían estado a punto de tomar ese rumbo, y mientras tanto el hombre se movía, con una trayectoria clara y decidida, despacio, sin querer llamar la atención ni hacer saltar las alarmas de los demás, pues no era más que un pobre anciano andrajoso cuyos mejores años ya quedaban a sus espaldas y por tanto inofensivo... ¿verdad?
Pero los rasgos de su sonrisa, los ojos acudiendo a Bailey mucho más a menudo que al resto, el acortar distancias con ella, y ese cuchillo escondido a su espalda dejaba claro que todo era una farsa a punto de saltar por los aires.
Milly levantó su bastón apuntando al hombre de forma amenazante para que se detuviera, lista para golpearlo en el pecho y hacerlo retroceder si era necesario.
--¡Ni un paso más! ¡Bailey, se mueve hacia ti y apostaría que el cuchillo oculto en su espalda tiene algo que ver! ¡Elijah, Ronan, Thorian, apresadlo!
// Tirada de Percepción vía Isolee
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