Milipu -Detente, te lo ordena tu Rey. Esto no es real Hollywood. Es como una puta película que ha montado el sympath en tu cabeza. Aguanta hermano.
--Pero Wrath, si salto y dejo salir a la bestia puedo acabar con todos esos sympaths en un suspiro, ¿no sería lo mejor?
Pero sus pies son incapaces de moverse por un momento tras la orden del rey.
Melon Rhage siente a la Bestia vibrar debajo de su piel, sus pupilas tienen destellos blancos y los oídos le pitan mientras se dirige poco a poco hacia el borde del puente. A su vez, la voz de Wrath se hace más fuerte. Por un momento siente una lucha interna pero pronto deja de oir el pitido en los oídos y escucha claramente la voz del rey. Dudando, se separa del puente y continúa hacia adelante.
Esos segundos de más son suficientes para que la manipulación mental se debilite y Rhage pueda recobrar parte del sentido común. Dos realidades se enfrentaban ahora en su mente: a un lado la de ceder a la tentación de soltar a la bestia y liberarse del miedo a no ser capaz de mantener el control, a tener que seguir ocultando lo que habita en su interior, la duda que sentía sobre si sería rechazado si se conociera su otro yo, la vergüenza de por qué la virgen escribana lo había castigado con ello, poder sentir el alivio del farsante que ya no tiene que preocuparse por que lo pillen porque se ha destapado la verdad sobre él.
Y al otro lado, la orden de Wrath de detenerse. Sus pies puede que se hubieran detenido por la indecisión, pero no el tiempo, y el ataque mental se había ido debilitando perdiendo efectividad y haciéndose más obvio qué era real y qué no, permitiéndole recobrar el sentido común. Se alejó del borde del puente.
--Joder, os juro que hace un momento estaba convencido de que tenía que saltar ahí abajo, si no llegáis a detenerme... --por su mente cruza el mismo pensamiento que había tenido Vishous sobre Zsadist: ¿cómo había soportado que estuvieran torturándole y jugando con su mente durante un siglo?
Rhage recorre el puente pendiente de Phury y Zsadist, consciente de que lo mismo que le había pasado a él podía pasarle a los demás y en cualquier momento podían intentar lanzarse abajo.