La clave está en el acero. El acero japonés es tradicionalmente de muy mala calidad, con muchas impurezas, forzando a utilizar técnicas de afilado y pliegues para compensar dicho problema. Eso no hace que sea mejor el acero, simplemente mejorar la eficacia de las armas con un material peor. Es por eso que una de las características más llamativas de la katana es su afilado extremo. El acero español, por contra, es de los mejores del mundo, reconocido a nivel mundial. En un choque entre una katana y una ropera española, la katana sencillamente se rompe, ya que la resistencia del arma española está sencillamente a otro nivel.