Ronan
Ronan llega a la casa de Ethan antes de tiempo. El barrio, situado justo al lado del antiguo cementerio, tiene un aire de antigüedad que se mezcla con la vida moderna. Las calles, adoquinadas y estrechas, recuerdan tiempos pasados. Ronan se apoya contra la pared del edificio, sus ojos recorriendo la escena urbana mientras la gente pasa a su alrededor.
Entre la multitud, ve a una chica que le roba el aliento. Es la viva imagen de Aislinn, con una mirada triste en sus ojos azules y su largo pelo rubio ondeando al viento. Se mueve con una especie de gracia melancólica, como si estuviera perdida en un mundo que no comprende del todo. Hay algo en su presencia que lo transporta a otro tiempo y lugar.
Ronan se queda petrificado, atrapado en ese momento. La visión de la chica le trae un recuerdo doloroso: la noche en que su padre, de pie en el porche, tomó la decisión final que cambiaría sus vidas para siempre. La parálisis que siente ahora es un eco de aquella noche, una mezcla de incredulidad y conmoción que lo deja sin aliento.
Entonces, tan repentinamente como apareció, la chica gira una esquina y desaparece en la quietud del viejo cementerio. Ronan se queda allí, inmóvil, luchando por procesar lo que acaba de ver. La imagen de la chica, tan parecida a Aislinn, se queda grabada en su mente, un fantasma fugaz en la concurrida calle.