Bailey Bruer
Casa de los Doyle
Tarde, 3 de octubre de 2023
Bailey habría sabido apreciar los cambios en la decoración de la casa conforme pasaba por estancias y pasillos... pero su capacidad para pensar en el arte desendía terriblemente entre sus prioridades cuando necesitaba ir al baño. Era un pequeño detalle personal de ésos. Cuando Susan le señala el baño, Bailey, algo sonrojada por la vergüenza, asiente con una sonrisa forzada y entra.
El baño era... una maravilla. Aunque el 60% de esa apreciación se debía a lo oportuno del momento, claro. Bailey se acomoda rápidamente sobre el inodoro, pero en lugar del alivio que esperaba, le viene un dolor tremendo que la hace gemir. Al dolor se suma la confusión cuando se abraza la barriga y se dobla sobre sí misma, preguntándose qué demonios le ocurre. Lo primero que le viene a la mente es la regla, claro, pero porque la había pasado hacía sólo unos días. ¿Era posible...? No, no se lo parecía, pero ella no era ginecóloga. ¿Era esto lo que decían con eso de que la regla a veces podía ser irregular?
Pero esa idea va muriendo a cada segundo que pasa, con el sudor recorriéndole el rostro y el dolor viniéndole como en oleadas. Al oír los pasos de King en el pasillo y cómo toca la puerta, Bailey casi sonríe, pero otro pulso de dolor en el viente le arranca otro gemido. No quiere que King la oiga, no quiere que sepa que su ama está sufriendo, pero no puede evitarlo. Decidida a recuperarse aunque sólo sea por él, Bailey empieza a respirar con profundidad. El primer paso para recuperarse de cualquier problema físico es asegurarse siempre de tener aire y agua, al fin y al cabo. Poco a poco, desafiando al dolor, la joven endereza la postura y por pura fuerza de voluntad, se niega a que el dolor la deje baldada. Se pasa el dorso de la mano por la frente, y aunque el esfuerzo le va robando energías, Bailey al fin sonríe, agotada. El dolor no se ha ido aún, pero ya está más controlado. Inmediatamente, Bailey traza un plan sencillo: volver a casa, tomarse algo para el dolor, quizá un baño caliente... ¡Dios mío, cómo le gustaría estar en la bañera ahora mismo!
Pálida pero sonrojada, y con la cara empapada de sudor, Bailey decide empezar con sus siguientes pasos: hacer sus necesidades si puede, lavarse la cara, arreglarse un poco el maquillaje, beber algo de agua si encuentra un vaso, y salir...
Ante la idea de salir, le parece oír un sonido en la puerta. A King, dando con la pata en ella. Hay... algo... extraño en ese sonido. ¿Será que King ha notado algo raro? ¿La habrá oído gemir? Con una sonrisa cansada, Bailey se frota los ojos con las yemas de los dedos mientras susurra, para que sólo la oiga su fiel amigo. "¡Ahora salgo, King! Dame un momento... estoy cansada..."