Bailey Bruer
Cafetería del Instituto Pine Ridge
Almuerzo, 2 de octubre de 2023
El día parece cambiar de repente para Bailey.
Es como si una mano extendiera, con un gesto abrupto, una cortina de nubes grises ante el sol.
¿De verdad había...?
Bailey se queda paralizada por la indecisión, y por el temor. Había perdido de vista a María después de que ella y Milly salieran al pasillo. De repente, y a pesar de estar rodeada de gente de su edad... Bailey se siente terriblemente sola. Sus pensamientos vuelven al mismo tema otra vez, y... eso no la ayuda a tranquilizarse. Además, físicamente se encuentra rara. Tiene el corazón excitado, y no en el sentido de detectar un romance o algo por el estilo como antes, con María y Milly. Le late rápidamente, lo bastante para hacerse notar. Y por si fuera poco, también le duelen un poco los hombros.
Quizá debería ir a la enfermería, pero Bailey era más de aguantar, o quejarse a María. Pero su amiga latina está ocupada.
Y no hay nadie con quien realmente pueda hablar de esto. Tampoco tiene tiempo, de todos modos. No falta tanto para que continúen las clases. Y luego la actividad del club.
Hoy no es el mejor de los días.
Bailey se levanta, deja escapar un suspiro, y se acerca a las ventanas para mirar afuera, sintiéndose extraña de una manera que no sabría describir.
Con su mano derecha, acaricia el móvil, que ahora contiene unas fotos sospechosas. Con su otra mano, la llave del almacén. ¿Qué hacer con todo eso?
Lo obvio era acudir a alguien con autoridad, ¿pero quién? Bailey había visto las fotos que Tank tenía en el almacén, y no sabía si eso podía significar que la facultad del instituto no era de fiar. Sobre todo después de que la idiota de Vanessa se inventara esas acusaciones contra...
... un momento.
Bailey se había sentido observada hacía sólo unos minutos. Las acusaciones de las animadoras habían sido que Tank era un pervertido. Muchos chicos y hombres habían mirado a Bailey de cierta manera que la había hecho sentir incómoda alguna vez, y su reacción había sido pensar que eran unos pervertidos.
¿Y si la acusación de las animadoras era otra cosa? Quizá Tank las miró como la había mirado a ella, y habían pensado que Tank las miraba porque quería hacerles guarradas.
Bailey frunce el ceño mientras piensa si no sería quizá una buena idea hablar con las animadoras.