Bailey Bruer
Chez les Bruer @sora63 @PAL
Fiesta de Pijamas, 2 de octubre de 2023
King acepta el ofrecimiento de María, oliéndole la mano antes de lamérsela a modo de saludo. Dado que King y Esclavo no se lanzan el uno encima del otro para matarse, sino que se limitan a mirarse mutuamente y a olisquearse un poco, Bailey se encoge de hombros ante la idea de atar a Esclavo. "Creo que Esclavo estará bien. Está entrenado, ¿no? Y dejamos una puerta entreabierta para que King pueda salir y entrar cuando quiera, se la enseñaré a Esclavo para que sepa dónde ir cuando le llame la naturaleza. No hace falta que lo ates."
Cuando Milly y María ofrecen comida, Bailey se para a pensar un momento. "Papá ha dicho que iba a hacer pizzas, así que los macarrones podríamos dejarlos para almorzar mañana en el insti. Las galletas para luego, cuando estemos... en nuestra salsa."
Está a punto de responder a la pregunta de María sobre el baño cuando aparece su padre, Alan. Bailey lo mira con una sonrisita divertida al verlo un poco estropiciado.
“Eh, he preparado pizzas. Pero, ejem, he tenido un problema con la cocción. Digamos que se han quemado un poco…”, le susurra disimuladamente a Bailey al oído. “Voy llamando a Giorgio’s”, añade, mientras asiente casi para si mismo.
Bailey reprime una risa, antes de acercarse a su padre. Ha sido un día largo, y con King mirando a las chicas y a Esclavo, y con Alan delante, al fin se siente en casa. La joven coge el delantal de su padre, se lo quita con delicadeza, lo hace una bola y lo deja sobre uno de los armaritos de la entrada... y se abraza a su padre, hundiendo la cabeza en el pecho de Alan y dejando escapar algo entre un suspiro y un resoplo de caballo. Después de pasar unos segundos así, relajándose, disfrutando de la presencia física y el calor de su padre, Bailey levanta la cabeza y le sonríe, con un pequeño rubor de vergüenza asomando a sus mejillas.
Entonces, Bailey se gira y abre un brazo hacia sus amigas.
"Éstas son Milly y María. Milly está en el periódico del instituto, y es súper curiosa, así que cuidado con ella. María es a quien conozco de más tiempo, y vive en el Pasaje."
Bailey no dice nada de que sea invidente, igual que lo era su propia madre, pero... no hace falta que lo diga. Es demasiado obvio.
"En fin, supongo que podemos comer pizza y también macarrones. ¿Porqué no? Mejor que comerlos mañana en el insti." Bailey se separa de su padre, y con un gesto de la cabeza invita a sus amigas a pasar. "Venga, que os enseñe la casa. O al menos parte de ella. Está mejor de día, ¿pero a que tiene su encanto de noche?"
Del vestíbulo, Bailey hace pasar a sus amigas al salón. La estancia es enorme, y el mobiliario es algo escaso. No es de extrañar, cuando la casa la ocupan dos personas y un perro, pero la verdad es que resulta un tanto... imponente. Un sofá, unos sillones, una mesa comedor con sus sillas, y un par de alfombras. Bueno, y un televisor realmente grande sobre la chimena. Del cuarto de estar vuelven al pasillo y hacia la parte de atrás de la casa, donde está la cocina: la verdad es que choca un tanto, también, aunque por razones distintas. Tiene los electrodomésticos que uno puede esperar en una casa normal, mostradores y armarios limpios y modernos, y aunque se ha hecho un esfuerzo por hacerlos encajar con el resto de la casa, la verdad es que se nota un poco que no son... bueno... fuegos del siglo XVIII.
"Papá, ¿puedes ayudar a Milly con los macarrones mientras llevo a María arriba para que se cambie?"