Bailey Bruer
Chez les Bruer @sora63 @PAL
Fiesta de Pijamas, 2 de octubre de 2023
Bailey disfruta mucho viendo que a sus dos amigas les gusta su habitación. Especialmente cuando ve a María abrazar y probar la suavidad de sus peluches. Algunos de ellos tienen un significado especial para ella, y la verdad es que... alguna vez había pensado que si sus compañeras del insti llegaban a ver la habitación así decorada, pensarían que era una hortera infantiloide, o algo por el estilo. Pero no es así, y la verdad es que eso la alivia mucho.
Sentada al borde de la cama y comiendo todavía macarrones, y con la luz de las lamparitas en las paredes en lugar de la más iluminadora del techo, Baileyescucha atentamente la historia de miedo de María. La Llorona es un clásico, y Bailey medio la conoce, medio la tiene mezclada con otras similares. La verdad es que le hubiera gustado sentir miedo con la historia, pero el miedo le vino principalmente de cuánto se le pegó Milly y cómo le apretaba el brazo, lo que la hizo temer... el derramar los macarrones. Pero bueno, a Bailey le gusta poder ser una fuente de confort para otros.
Cuando María acaba la historia, Bailey le dedica un pequeño aplauso, y continúa con sus macarrones mientras Milly cuenta la suya.
Naturalmente, no cree que la historia sea real, aunque Milly la cuente como si lo fuera. La verdad es que le gusta, incluso el meter a un profe en ella... aunque cuando Milly la apunta a la cara con la linterna, Bailey se echa hacia atrás, cegada y masticando macarrones, aunque se le escapa una sonrisa mientras sacude el aire con una mano como intentando librarse de la luz de la linterna.
"¡Tía!" Bailey encuentra el pequeño ataque divertido, y una vez Milly aparta la luz, la chica respira hondo, disfrutando francamente de la velada... al menos hasta que María empieza a hablar de forma alocada, como si... la historia de Milly fuera verdad verdadera. Eso la deja visiblemente confundida... hasta el punto de no darse cuenta cuando King, tumbado sobre la alfombra, levanta la cabeza. Eso para Bailey hubiera sido un aviso ya antes de que llamen a la puerta.
"Ah, las pizzas...", comenta en voz alta, aún algo atolondrada por la reacción de María a la historia de Milly. Se levanta y saca del armario una bata de andar por casa rosada, y se la va atando mientras responde a sus amigas. "No os preocupéis. Bajo, le paso una pizza a mi padre, y subo las otras."
Bailey baja las escaleras y camina por el pasillo.
Aunque la iluminación podría resultar lúgubre para algunas personas, éste es el hogar de Bailey. Ha vivido aquí toda su vida, y tiene una particular confianza en ella. De modo que cuando abre la puerta al pizzero, lo hace con una sonrisa amplia (y un canalillo más amplio aún)...
[...]
Cuando la puerta de la habitación de Bailey vuelve a abrirse, la chica rubia entra por ella con los ojos abiertos como platos, la cara pálida y los labios entreabiertos. Mira a Milly y a María al acercarse a la mesa sobre la alfombra, como queriendo decir algo, pero no puede. Siente un frío congelador en sus miembros que la obliga a arrodillarse sobre la alfombra y dejar las pizzas sobre la mesa. King rápidamente se acerca y entre quejidos insistentes empieza a frotarse contra ella. Sin decir una palabra, Bailey lo abraza y cierra los ojos.
Rápidamente, empieza a respirar muy hondo, a intervalos concienzudamente regulares.
Un... dos... tres... exhala...
Un... dos... tres... exhala...