Elijah
Georgie, sin dejar de conducir, contesta una llamada. Con voz breve y resuelta, dice: "Vale, voy para allá". Cuelga y el coche continúa en silencio hasta que se detienen frente a la tienda de Jazz, situada a solo cinco minutos de la casa de los Musa. Georgie aparca el coche con un gesto suave pero preciso.
"Me tengo que ir a hacer un recado. Portaos bien, mequetrefes", se despide Georgie.
Jazz y Elijah salen del coche. Antes de entrar a la tienda, que también es su vivienda en el piso de arriba, Jazz se detiene y mira a Elijah. Sus ojos brillan con confianza y afecto mientras dice:
"No te rayes, Eli. Va a salir todo de lujo. Confío en ti a tope. Pronto pondremos tu póster aquí al lado de Jayson Tatum", señala la cristalera de la tienda decorada con el póster del jugador. Su sonrisa es genuina cuando añade: "Pero cuando seas colega de las estrellas, acuérdate de nosotros, ¿vale?" Le dedica su saludo especial, aquel que han compartido desde niños.
"Buenas noches, tío. Cruza los dedos por mí con Molly", bromea Jazz con un tono a medio camino entre la broma y el nerviosismo, antes de atravesar la puerta de su hogar.