Elijah
Elijah recorre la Avenida del Pasaje en dirección a la Plaza del Estadio. A su paso, la algarabía habitual de borrachos y prostitutas que frecuentan el barrio del Pasaje comienza a disminuir. Al alejarse del estadio, el paisaje urbano da paso a una naturaleza más presente, con árboles que empiezan a dominar el entorno. Ocasionalmente, los árboles se abren para revelar alguna granja, con campos extensos a la izquierda del camino. La mayor parte del trayecto, sin embargo, Elijah se ve obligado a usar la linterna de su móvil para iluminar la oscura senda.
Cuando se encuentra a unos treinta metros de la Posada del Camino del Este, observa las luces intermitentes de una patrulla y a dos policías fuera del vehículo, conversando.
“Llama a Carson y dile que a esta hora ya no pasa nadie por aquí”, sugiere uno de los policías, un hombre de voz firme.
“Vale, jefe”, responde su compañera, una mujer joven que acto seguido se dirige al coche patrulla para hacer la llamada.
"Ah, que ganas de irme a casa y tomarme una birra en el sofá. ¿No puede pasar un día sin que desaparezca alguien? Y ahora encima empieza a llover", murmura, cansado, el policía para si mismo. Tras lo que entra en el coche patrulla.
Elijah parece no haber sido visto.